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El discurso del pasado 17 de enero de la primer ministro británica Theresa May colocó definitivamente al Reino Unido en el camino hacia un Brexit duro, difícil, en el que no solo saldrán de la Unión Europea, sino también del mercado único europeo. Esto no era lo que la ciudad de Londres quería oír.

Por lo menos, la primer ministro eligió a las finanzas y a la fabricación de automóviles como industrias para las cuales los "elementos de los arreglos actuales del mercado único" podrían permanecer en su lugar como parte de un acuerdo comercial futuro. La capital británica mantiene la esperanza de que un acuerdo personalizado sobre la base del concepto jurídico existente de "equivalencia" podría todavía otorgarle un acceso justo a Europa.

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El derecho de los "pasaportes", el cual permite a las empresas financieras en un estado miembro de la Unión Europea hacer negocios automáticamente con los clientes en los otros 27 países sin establecer operaciones locales, siempre iba a ser difícil después del Brexit. Fuera del mercado único, dijo Damian Carolan, del bufete de abogados Allen & Overy, el "pasaporte como lo conocemos está muerto". Esta semana, dos grandes bancos –HSBC y UBS– confirmaron planes para mudar mil puestos laborales de Londres.

Las compañías financieras tienen que definir sus planes de contingencia. Para la ciudad, estos planes se centran en las llamadas disposiciones de "equivalencia", que permiten a las empresas financieras de terceros países acceder a la UE si el régimen regulador de su país de origen se considera equivalente. En la actualidad solo algunos reglamentos, como los que rigen las cámaras de compensación y el comercio de valores, contienen esas disposiciones. Gran parte de las finanzas, en particular los préstamos bancarios y los seguros, no están cubiertos. Incluso cuando existan disposiciones, su aplicación será, en efecto, una decisión política.

Los optimistas esperan que la equivalencia no solo pueda constituir la base de un acuerdo viable, sino que también podría permitir a Gran Bretaña eliminar algunas regulaciones onerosas.

Jonathan Herbst, de Norton Rose Fulbright, otro bufete de abogados, señaló que existen precedentes para la "geometría variable" en la regulación. Por ejemplo, para tener acceso a clientes estadounidenses, algunas cámaras de compensación británicas ya se someten a una supervisión reguladora parcial de los Estados Unidos. Si operan en operaciones denominadas en euros, nada parece impedirles someterse, digamos, a la supervisión directa del Banco Central Europeo sin salir de Londres.

Tales propuestas pueden verse obstaculizadas por frías consideraciones políticas. Las determinaciones de equivalencia están a la entera discreción de los reguladores europeos y el estatus puede ser retirado a corto plazo. Gran Bretaña, como una actual integrante de la UE, comienza con reglas idénticas. En un ambiente político pesado, incluso una pequeña divergencia futura podría interpretarse como un alejamiento de la equivalencia. Para todas las soluciones creativas propuestas por los abogados en Londres, los europeos no están dispuestos a dejar a Gran Bretaña fuera del gancho, permitiéndole que logre fácilmente privilegios sectoriales. Incluso antes del referéndum del Brexit, en junio último, el Banco Central Europeo había tratado de trasladar la cámara de compensación del euro (actualmente en Londres) a la zona del euro.

Sin embargo, no es una razón para descartar la equivalencia por completo. Parecería extraño, como señaló Herbst, admitir a los bancos canadienses en la UE sobre la base del reciente acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Canadá en mejores condiciones que los bancos británicos. De hecho, muchos bancos canadienses tienen su principal presencia europea en Londres.

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