Carolina Vanni

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Siempre había un poco de harina, huevo y aceite para la tortilla, que fue la comida más consumida en la semana.[/caption]

Los hermanos Víctor y Jhonny Guillén jamás pensaron que la aventura "Yambory sobre dos ruedas" se convertiría en toda una odisea y que pasarían al menos una semana en pleno desierto de Jujuy, en la localidad de Purmamarca, a más de 3.000 metros de altura, en las cercanías de la cordillera de los Andes.

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Cuando comenzaron la travesía, en los primeros días de enero, montados en sus respectivas motocicletas, una Star SK 150 año 2016 al mando de Víctor y una Leopard Huracán 150 año 2010 conducida por Jhonny, la idea era llegar a la ciudad de Antofagasta, Chile, y reunirse con miembros scout de la zona.

Tras dos intentos por cruzar el Paso de Jama, los aventureros sobre dos ruedas emprendieron el retorno hacia el Paraguay en vista de la excesiva demora para el paso y el mal tiempo que se avecinaba, pero en el camino fueron sorprendidos por el alud que cerró el paso de la ruta de regreso, en la Provincia de Jujuy.

El mayor problema fue la falta de información, ya que ninguna autoridad local, provincial ni nacional se acercó a ellos, ni a los camioneros –mayoría paraguayos– que estaban en la misma situación, esperando que los tres cortes importantes de la ruta, cubierta de lodo y piedras, puedan ser habilitadas.

La solidaridad característica del paraguayo no se hizo esperar y desde los primeros días los camioneros acostumbrados a este tipo de esperas organizaron ollas populares, donde la reina de las comidas fue la tortilla. "Dormíamos en los camiones, porque de día hace un calor intenso, pero en la noche, el frío es tremendo. La gente ofrecía lo que tenía y hacíamos las comidas, que en ocasiones eran solo dos al día", comentó Jhonny, más descansado luego de llegar a territorio paraguayo.

Víctor recordó que la situación que vivieron se supo gracias a que comenzaron a enviar fotos y videos a sus familiares, solicitando que se difunda la situación de los paraguayos varados en Jujuy.

Si bien la solidaridad de los lugareños no se hizo esperar y les acercaron agua caliente para el mate, café y pan casero para el desayuno, la situación se volvió crítica a los tres días del cierre, en vista a la escasez de alimentos. "El cierre fue el martes, para el jueves ya no había tomates y el despensero nos dice el viernes que tenía los dos últimos pollos. Así la situación se fue volviendo crítica y nosotros que no teníamos ninguna información de cuándo se habilitaría el tramo", indicó Jhonny, quien recordó que estaban a 77 kilómetros de Jujuy y que en dos ocasiones fueron desplazados del sitio donde quedaban por temor a que haya nuevos derrumbes.

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