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Era un día histórico para la justicia internacional, pero no lo parecía. El 15 de diciembre, Ratko Mladic se sentó en el banquillo del tribunal de crímenes de guerra en Yugoslavia de las Naciones Unidas, en La Haya, murmurando y leyendo un periódico. Cuando el fiscal lo acusó de organizar la masacre de más de 7.000 musulmanes bosnios después de que la ciudad de Srebrenica cayera en manos de sus fuerzas serbobosnias, en 1995, simplemente negó la acusación con un dedo.
Era el último día de su juicio, aunque el veredicto podría tardar un año más. Los veredictos sobre la propia corte, sin embargo, ya están siendo dictados.
El caso contra Mladic representa el final de los juicios a las importantes figuras acusadas por el citado tribunal. Las apelaciones están siendo tratadas por otro organismo. En los Balcanes hay una gran decepción por el papel que desempeñó dicho tribunal. Mientras tanto, en cuanto un juzgado se cierra, uno nuevo para Kosovo fue lanzado en los Países Bajos el 1 de enero último. A finales de este año debería comenzar a emitir acusaciones para los kosovares acusados de crímenes cometidos entre 1998 y el 2000.
Creado en 1.993 por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el tribunal de Yugoslavia acusó a 161 personas en última instancia y sentenció a 83 de ellas.
"Su mayor éxito", dijo Eric Gordy, autor de un libro sobre crímenes de guerra en los Balcanes, "es que hizo algo".
El juez Carmel Agius, presidente del tribunal, admitió que había sido "un camino turbulento", pero estaba orgulloso de sus logros.
El mayor fracaso del tribunal fue su incapacidad para convencer a la gente en la ex Yugoslavia de que era imparcial. Muchos en la región lo vieron como una imposición extranjera. Fue creado por extraños en un momento en que el mundo tenía la voluntad de exigir justicia por crímenes de guerra dondequiera que hubiesen sido cometidos. Los juicios se han prolongado durante años, sin embargo, y los jueces y abogados tienen una paga generosa.
La gente en la ex Yugoslavia padece el hábito de "culpar a los extranjeros o a cualquier otra persona" por sus decepciones, dijo Agius, pero "no se habría excavado una sola fosa común" si el tribunal no hubiera existido.
Mirko Klarin, un periodista que instó a la creación de la corte en un artículo en 1.991, dijo que un éxito fue ampliar la definición de crímenes de guerra. Sin embargo – añadió – esto pudo haber representado el fracaso de la corte. A partir del 2.012, varias sentencias absolutorias pusieron en tela de juicio los precedentes de "responsabilidad de mando" de la corte, que responsabilizaban a los líderes por crímenes de guerra cometidos en operaciones que habían ordenado pero que no dirigían directamente. Muchos observadores creían que los poderosos países occidentales se habían preocupado de que tales normas pudieran aplicarse a sus propias fuerzas armadas o políticos y, por lo tanto, utilizaron su influencia para cambiar el curso de los acontecimientos.
La sospecha de que los tribunales de crímenes de guerra son una imposición extranjera afecta también al nuevo tribunal de Kosovo. De hecho, el tribunal no es un órgano de las Naciones Unidas, sino un tribunal creado en virtud de la ley de Kosovo, con jueces extranjeros, financiado en su mayoría por la Unión Europea en respuesta a denuncias formuladas en un informe del Consejo de Europa en el 2011. Una de las denuncias sostenía que varios presos en poder de lo que entonces era el Ejército de Liberación de Kosovo fueron asesinados por órganos de esta última fuerza.
Florina Duli, que dirige la Iniciativa de Estabilidad Kosovar, un grupo de análisis, dijo que muchos de sus compatriotas están convencidos de que el nuevo tribunal es una herramienta de "los grandes países y de la Unión Europea". Ellos piensan que la amenaza de las acusaciones se usará para chantajear a los líderes kosovares para hacer lo que los europeos quieren, disparó, como mantener el diálogo patrocinado por la UE con Serbia.
El fiscal David Schwendiman admitió que los objetivos del nuevo tribunal son más modestos que en décadas pasadas. Su trabajo no puede disuadir a los combatientes de cometer crímenes en Siria. Sin embargo, ve el deber de construir un cuerpo de leyes con el que tratar a esos criminales cuando vuelva la voluntad política de hacerlo.
Mientras tanto, dijo, los tribunales "(ayudarán) a la gente a saber lo que pasó, sin ser consumido por ello".
Como un esfuerzo para registrar la historia, el tribunal de Yugoslavia con su archivo de millones de páginas es un éxito indiscutible. Eso y las condenas que ha logrado, dijo Gordy, son "definitivamente mejores que nada y en la mayoría de los conflictos no se obtiene nada".