Por Richard E. Ferreira-Candia
Periodista, analista y docente
@RFerreiraC
La instalación de temas de debates entre la gente utilizando diversos mecanismos incluidos los mediáticos, no necesariamente garantiza que la opinión sea favorable, se afirma reiteradamente, y es cierto. Puede ser un grave error hacer público y sostener por un tiempo determinado un tema sin tener la seguridad de lograr lo que se propone, porque al llevarlo al debate nadie asegura que exista una mayoría a favor. Pero si el objetivo es lograr al menos una "duda razonable" colectiva sobre un tema que era poco discutido, el haber instalado un tema ya se convierte en un logro importante.
En la política –dicen– no hay margen de error y menos para una acción que sea considerada absurda. A la larga, un paso en falso sea por una equivocación o por sostener algo que llegue a lo absurdo, terminará minando el escenario con hechos o casos que podrán convertirse en armas letales para que el contrincante pueda usarlas cuando lo considere oportuno o, lo más importante, para que el elector defina qué camino adoptar (respaldar o no). Esto lo decíamos con el comandante un anterior encuentro. Sobre este punto volvimos a enfocar en nuestro segundo encuentro del año.
Consideramos que en el mundo de la comunicación política las campañas si bien terminan en el día de las elecciones, estas pueden comenzar cuando el político desee. Los candidatos o, mejor, quienes desean ser candidatos a un cargo tienen todo el derecho del mundo de preparar el terreno para su campaña electoral (a su favor o para su sector), articular sus estrategias e instalar los temas que crean son fundamentales y hagan diferencia con los de sus futuros oponentes. Tienen que hacer que sus temas sean más relevantes que los de sus contrincantes, para ganar la adhesión de los electores, y sobre todo, primero, de los indecisos de su propio partido. A esto, agregó el comandante, se debe indicar que ya es un gran logro que instalando un tema se genere una "duda" sobre lo planteado. Algunos sectores lo han conseguido para este año, expresó mientras tomaba el último sorbo de café que había pedido ni bien llegó al altillo del Café Literario.
Pedimos dos tazas más y una botella de agua tónica. De fondo se escuchaba levemente melodías de Paul McCartney, que parecía de un concierto en vivo. Inconfundible. Las vacaciones, el fútbol, la situación de la universidad y otros temas, incluido un importante hecho relacionado a las Fuerzas Armadas que me comentó, fueron algunos temas de nuestro largo diálogo.
Sobre nuestro enfoque principal, el de la política y el poder, recordamos que habíamos coincidido no hace mucho en que en la comunicación política, instalar los temas de debate es una necesidad permanente y hasta se vuelve una prioridad en el marco de una estrategia. Puede -decíamos- que lo que se plantee sea un error o un absurdo, pero al lograr que un tema se instale se está marcando la agenda y, en política, siempre, el que golpea primero, golpea mejor. Permite, además, medir fuerzas (a favor y en contra), lograr que se adopten posturas (con lo que se consiguen divisiones) y, a la vez, se distrae de otros temas más importantes y preocupantes. El comandante agregó que uno de los desafíos de todo político (y de toda estrategia comunicacional política) está en tratar de dominar la agenda de debate, y para eso se recurre a los medios que estén al alcance. Todos lo hacen. Todos buscan la manera de lograr instalar sus temas, incluso a cualquier precio.
Lo que importa –dijo– es que el tema no solo se convierta en discusión en el entorno político, sino que se traslade al debate callejero, a la gente. Ese es un logro. Y lo es en cierta medida. Tiene un plus cuando se genera una duda en la opinión. No necesariamente desde el punto legal, sino del aspecto político. Varias dudas se han instalado para este inicio de año, permitiendo que las posturas se polaricen a favor o en contra de cualquier proyecto. Al lograrse esa polarización de posturas se crean escenarios ideales para que los considerados cabezas puedan determinar qué acciones adoptar en caso que de que se logren o no los objetivos. También ayuda a la consolidación de liderazgos que probablemente no se tenían antes, primordial para tratar de mantener un equilibrio de fuerza política en el mismo entorno de respaldo.
Tomó un nuevo sorbo de café que había traído el mozo, y luego continuó: Nos invade el deseo de poder y pareciera que nuestros políticos no tienen inconveniente alguno en convivir en medio de una anarquía política en la que la gente se queda en el medio. El comandante, antes de pasar de vuelta a detalles del tema militar que me interesaba bastante, indicó que Thomas Hobbes, al describir la relación del hombre con el poder, representó bastante bien lo que sucede: "El deseo de poder, al contraponerse en sus diversas formas encarnadas por los apetitos de los individuos, engendra la guerra y la anarquía, un mundo de pasiones desatadas en el que el hombre es un lobo para el hombre". Eso.