Por Óscar Distéfano

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"Al Dakar se lo ama o se lo odia", había manifestado el extraordinario piloto holandés Tim Coronel, al referirse al sentimiento que genera el rally raid más duro del mundo entre los competidores. Pero después de su histórica visita a nuestro país, puedo afirmar sin temor a equivocarme, que al Dakar se lo ama con solo conocerlo.

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Para tal afirmación, me remito a los miles de comentarios generados en los lugares que me tocó cubrirlo. Durante el ingreso de las máquinas por Puerto Falcón, en el parque cerrado de Ñu Guasu, en el Village Dakar detrás del Palacio de Gobierno, en el Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi con el arribo de pilotos, técnicos, mecánicos, periodistas y turistas de todo el mundo para ver la partida del Dakar, que por primera vez tenía a Paraguay como punta de lanza.

La Costanera de Asunción fue el centro de atención del mundo entero el pasado 1 de enero. Foto: Carlos Juri.[/caption]

Al par de dichos comentarios, un fenómeno muy singular se apoderó de la idiosincrasia criolla, donde cansados de ser timados en todos los ámbitos, costó asimilar el hecho de que una de las competencias deportivas más grande del mundo haya puesto sus ojos en nuestro país.

Y al igual que la crisálida que se transforma en mariposa, lo que en principio fue solo una utopía, se convirtió en una hermosa realidad, el Dakar llegó a Paraguay con sus rutilantes figuras. Entre ellas, los múltiples campeones Stephane Peterhansel, Sebastien Loeb, Nani Roma, Carlos Sainz, Gerard de Rooy, Toby Price, Nasser Al Attiyah, Rosa Romero, Laia Sanz y los titanes Gerard Croizon, Ysidre Esteve, Albert Llovera y Gianni Luca Tassi, quienes con discapacidades brindaron una verdadera lección de vida.

El eco de comentarios como: "A la gran p…, quién iba a creer que el Dakar iba a venir a Paraguay", empezó a diluirse lentamente y dio paso a la certeza de que por primera vez éramos el centro del mundo mediante el Dakar. Y el orgullo nos hinchó el pecho, y fue increíble cómo el paraguayo común, aquel que solo ama el fútbol y a quien nunca llamó la atención este deporte, despertó de su letargo y se volcó a disfrutar del Dakar.

Los paraguayos disfrutaron al máximo la fiesta del rally raid más duro y famoso del mundo. Foto: Osvaldo Escobar.[/caption]

Tras cerrarse los casi 9.000 kilómetros dakarianos, hoy ya los motores se llamaron a silencio, pilotos y todo el personal de apoyo logístico de la ASO ya retornaron a sus países, y desde el corazón de América de Sur, solo resta agradecer al Dakar.

Gracias, por permitirnos mostrar al mundo la gran capacidad del paraguayo para realizar este tipo de eventos, como lo dijo Milciades Fretes: "Y no solo este, sino muchos, muchos más eventos de este tipo". Y cómo no agradecer a las autoridades nacionales que apostaron al Dakar, porque sin el invaluable esfuerzo de ellos, esto no hubiera sido posible.

Aunque esta edición 2017 cerró en Buenos Aires, solo resta despedirnos desde Paraguay, como estoy seguro lo hicieron miles de compatriotas tras ser partícipes de este evento, no con un adiós, sino con un: "Hasta siempre Dakar, esperamos nuevamente ser parte de otra edición tuya, cuando las condiciones lo propicien. Rohayhu Dakar.

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