La inquietud de los europeos, que en los últimos años sufrieron una serie de atentados yihadistas, es mayor ante las críticas del magnate a una de sus garantías en materia de seguridad, la OTAN. Trump calificó de "obsoleta" la Alianza Atlántica de la que forman parte 22 de los 28 países del bloque europeo, a los que reprochó no pagar "lo que deberían".

Sólo cinco de los 28 países de la OTAN (Estados Unidos, Reino Unido, Estonia, Grecia y Polonia) destinan al menos el 2% de su PIB a gasto militar, como plantea la Alianza Atlántica.

Para tratar de desactivar la preocupación, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, reiteró su "confianza absoluta" en que Washington respetará sus compromisos. El canciller español, Alfonso Dastis, relativizó los temores, asumiendo que los europeos tendrán que adaptarse a la nueva relación con Washington "en prácticamente todos los temas".

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Las líneas de política exterior esbozadas por Trump también atacan dos puntos de la línea de flotación de la diplomacia europea: las sanciones contra la Rusia de Vladímir Putin, con quien mantiene una aparente cercanía, y el acuerdo con Teherán sobre su programa nuclear.

El presidente electo aludió a la posibilidad de un acuerdo de reducción de armas nucleares a cambio del levantamiento de las sanciones impuestas a Rusia por su papel en el conflicto en Ucrania. Desde Kiev, el todavía vicepresidente estadounidense, Joe Biden, urgió en cambio a la comunidad internacional a "seguir unida contra la agresión rusa".

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