Lourdes Pintos
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Son arquitectos, ingenieros, abogados, amas de casa, padres de familia, que tienen en común la voluntad de servir y asistir a los demás. Ayer muy temprano se trasladaron a Mariano R. Alonso, donde se hizo una maratón solidaria, sin embargo ante los ojos de todos pasaron desapercibidos: ellos son los voluntarios de la Cruz Roja Paraguaya.
No lo hacen por retribución económica. La solidaridad la fueron adquiriendo a través de pequeñas acciones que les hicieron ver la vulnerabilidad social. Tienen más de 21 filiales y subfiliales en todo el país y operan desde hace 97 años.
Héctor Torres, presidente de la filial Capiatá, comentó que hacen coberturas las 24 horas. Allí son más de 183 voluntarios, incluyendo a niños, que asisten a los distintos departamentos como el de Socorro o Prevención de Riesgos y Capacitaciones.
Además de socorrer a enfermos, heridos o asistencias a accidentados, también dedican parte de su quehacer a labores solidarias como mingas ambientales o dictan charlas educativas y asisten a actividades en las que podrían precisar de sus servicios.
Todo lo realizado por los voluntarios es Ad Honoren. Se sostienen a través de aportes de terceros y actividades como torneos, pancheadas o rifas.
"El personal no recibe remuneración económica por la actividad que realiza, la recompensa es la satisfacción de sentirse útil y valorado por la sociedad", manifestó Torres, quien comentó que el inconveniente principal es la obtención de recursos.