Luego de meses de arduo trabajo de maquinarias y hombres, de incesantes labores para llegar hasta la embocadura del río Pilcomayo, finalmente las aguas están volviendo paulatinamente hacia el lado paraguayo.

Más allá de las negligencia que haya podido ocurrir desde algunos funcionarios estatales responsables de su cuidado, las aguas de este río fronterizo ya surcan de nuevo nuestro territorio y la fauna, así como la actividad económica de las zonas circundantes al cauce hídrico, miran con buenas perspectivas el futuro inmediato.

Sin embargo, es menester hacer hincapié que la equitativa distribución de aguas del río Pilcomayo, más allá de las continuas sequías que se producen en la cuenca alta (ya en territorio boliviano, en las estribaciones andinas), que responden a los ciclos naturales, y que afectan tanto a productores argentinos como paraguayos, debe ser cuidado con responsabilidad por todos los actores intervinientes.

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Y en esto, el Estado, orientando y haciendo cumplir las normativas ambientales, así como el sector privado, a través de los productores pecuarios que abundan en las márgenes del río, así como organizaciones que promueven el cuidado del medio ambiente, y particulares, deben trabajar en una mayor concienciación sobre el cuidado de este importante afluente. También, lógicamente, el papel que puedan cumplir autoridades y productores del otro lado del río es clave para sostener el equilibrio en este delicado ecosistema que comparten a lo largo de cientos de kilómetros paraguayos y argentinos.

En ese afán de mantener esa preciada armonía, y entendiendo sobre todo los graves efectos que la sequía puede provocar en la fauna, ahora se establecen acciones conjuntas, especialmente de control, en esta región y que ayudarán al menos a que en la temporada alta de lluvias se aproveche mejor las bondades de la naturaleza.

En este sentido, el titular de la Comisión del Río Pilcomayo, Óscar Zalazar, adelantó que el Estado paraguayo controlará las 25 represas que fueron erigidas en las adyacencias del cauce hídrico y que podrían ser perjudiciales para la flora y la fauna de la región. Un llamado de atención, claro está, pero también una advertencia para alcanzar el fin.

El Pilcomayo, que suele ser un río caprichoso y particular, representa vida para vastas regiones de esa parte del Chaco y no se justifica que por algunos ganaderos se prive a la fauna y a la flora del vital líquido proveniente del cauce.

Otro hecho que llama la atención es que diversos productores de la zona, dueños de establecimientos ganaderos, pidieron que no se abra el canal para que ingresen las aguas a la Región Occidental porque representa un inconveniente para sus negocios, una situación que se encuentra completamente fuera de lugar. El Pilcomayo, que suele ser un río caprichoso y particular, representa vida para vastas regiones de esa parte del Chaco y no se justifica que por algunos ganaderos se prive a la fauna y a la flora silvestres del vital líquido proveniente del cauce.

Aquí es donde pasa a ser clave el aporte que pueda otorgar el sector privado para conservar, o al menos proteger, el Pilcomayo. El represado del agua es perjudicial para el equilibrio, eso es bastante claro, y es por ello que se deben buscar otros mecanismos para aprovechar los meses de lluvia, atender también a la par los intereses en juego y preservar la necesidad del líquido vital.

La Comisión Especial del Río Pilcomayo sólo posee 10 millones de dólares anuales para sostener los costosos trabajos de mantenimiento, por ello se apela siempre a una tarea de alianza entre todos los sectores intervenientes.

Solo a través de una decisiva acción conjunta que involucre a todos los actores será factible el aprovechamiento de este río particular que cada año exige un nuevo canal y no uno de uso permanente. Una vez que cada uno de los representantes en este asunto entienda su papel, la idea de tener agua en todo tiempo –en mayor o menor medida dependiendo de la naturaleza–, allí se habrá ganado el debate sobre la sostenibilidad de este cauce fronterizo.

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