Lo que parecía una utopía hace unos años, hoy se hizo realidad y en el corazón de América se dio inicio a uno de los eventos que más seguidores tiene en el mundo. Paraguay recibió a miles de turistas para la largada inicial del Dakar en la Costanera de Asunción y la posterior minicarrera en suelo cordillerano.
Unas 50 mil personas le dieron la bienvenida a la carrera y a los pilotos en la Costanera, que a pesar del calor insoportable, tuvo un marco impresionante, lleno de curiosos, amantes naturales de este deporte y muchos turistas que aprovecharon su estadía en el país para asistir a un evento de tamaña magnitud.
Las primeras emociones se experimentaron el lunes 2 de enero, entre la compañía Monte Alto de Atyrá y la ciudad de Nueva Colombia, dentro del Departamento de Cordillera. Son apenas 39 kilómetros para vibrar e ir entrando en ritmo, fue el comentario de la mayoría. Y no estuvieron tan equivocados, pero el suelo guaraní tuvo un tramo lleno de emociones: arenas, piedras, barro, agua, pozos y un calor asfixiante que llegaba fácilmente a 40 grados.
La carrera de mero trámite dejó a varios golpeados, un abandono y al principal candidato en coches, Nasser Al-Attiyah, en problemas. Al catarí se le calentó de más el motor y tuvo un miniincendio, que pudo apagar recién al cruzar la meta.
Para Al-Attiyah era el principio del fin, ya que fue remolcado hasta Resistencia y en el segundo día ya abandonó.
Buena imagen
El Dakar le renovó a Paraguay su carnet de capital de la hospitalidad. Tanto los pilotos, mecánicos y turistas resaltaron la gran calidez humana de la sociedad paraguaya, que como de costumbre tuvo mucha solidaridad con los competidores, principalmente en Cordillera, donde muchos sufrieron el calor insoportable.