Por Laura Morel

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Río Cuarto, Argentina

Normalmente, las vacaciones ideales en familia son en la playa o algún lugar paradisíaco. Sin embargo, para un chico de solo 21 años como Enrique Zapag, haber vivido las situaciones más extremas y peligrosas con papá dentro de una camioneta y durante dos semanas, fueron "las mejores vacaciones" de su vida.

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Sí, aunque parezca increíble, el copiloto de Blas Zapag resumió así la odisea de haber desafiado al rally raid más duro del mundo, que lo terminaron este sábado en el 30° puesto de la Etapa 12, para ubicarse finalmente en el 38° de la clasificación general.

"Estamos todavía a unos cuantos kilómetros de enlace, pero la medalla ya es mía, pase lo que pase", decía Enri en declaraciones a La Nación, tras recordársele que días atrás había confesado que colgarse la medalla del Dakar era su mayor deseo.

"Estamos demasiado felices, logramos el objetivo, pero esto todavía no me cierra. Ya me pasó en una ocasión en que me di cuenta de lo que hice después de dos semanas. Ahora tengo una mezcla de sentimientos en mi estómago increíbles. Lo que sí, se que es felicidad sobre todas las cosas, con demasiados recuerdos increíbles de estos quince días. Fueron las mejores vacaciones de mi vida", aseguró.

Al preguntársele cómo es que podía calificar de vacaciones tamaña odisea, Enri explicó: "Estas son las vacaciones que buscamos. Yo creo que sufrí mucho más que mi papá, porque tenía la responsabilidad de poner todo en condiciones. Sufrimos problema de caja dos veces, momentos tensos y hasta en un momento pensamos en cambiar la camioneta. Pero después nos juguamos a todo, confiamos en la gente de South Racing, a la que también hay que agradecer porque hicieron un trabajo impecable, pero repito, fueron las mejores vacaciones de mi vida y creo que nunca las voy a olvidar".

Si hubo un momento en que creyó que no terminaría el Dakar, Zapag hijo resaltó que "momentos difíciles hubieron miles, solamente un día no tuvimos algún tipo de inconveniente, aunque igual nos quedamos trancados como todos los días". "Pero el único momento en que pensé que se fue todo a la puta habrá sido en la tercera o segunda etapa, que nos perdimos en el desierto sin embrague. Yo no quería decirlo, porque soy optimista y mi papá también y se iba a molestar si lo decía, pero pensé que se iba todo a la mierda. Pero nos pusimos la casaca, llamamos por el satelital y logramos purgar el embrague. Salimos de ahí y ese día llegamos en penúltima posición, pero fue como si hubiésemos ganado el rally del Chaco la felicidad", reconoció.

Momento en que Blas y Enrique reciben las felicitaciones de colegas argentinos. Foto: Laura Morel.[/caption]

Paraguayo agradecido

A Blas Zapag le sobraron palabras de agradecimiento y elogios para su hijo. En su segundo Dakar (el año pasado quedó a una etapa del final), valoró la experiencia "fantástica" vivida con su hijo porque "es difícil que un muchacho de 21 años comparta 24 horas, de las cuales 12, 14 y un día 19 horas estuvimos sentados en la camioneta. En ningún momento hubo pirevai, nervios de su parte ni de la mía".

"Realmente no tengo más que agradecer a Dios por tenerle a Enri conmigo, así como todos mis hijos, mi señora, mis nietos, toda mi familia y la gente que a través de las redes sociales nos mandaba muchísima energia y flujo de buena onda", agregó, reconociendo que se sintió "muy representado por Paraguay cada día".

"Al primero que pedía que nos cuide era a Dios, después, todo el día el pensamiento era que estaba haciendo algo, que estaba marcando un hito en Paraguay con este evento que está en la mente de más de 60 nacionalidades. Fue un granito que aportamos y me siento muy satisfecho, muy lleno", resaltó Blas Zapag.

Luego, inició los agradecimientos a quienes lo ayudaron a llegar hasta aquí. "Vamos a partir de nuestro físio Carlitos Gamarra, que me ayudó con mis problemas de espalda, a mi preparador físico Lorenzo y a la prensa que estuvo aquí, porque realmente es muy meritorio el trabajo que hicieron. No tengo más palabras de felicidad y agradecimiento", manifestó, acotando que el lunes vuelve a "empujar con todo otra vez en el laburo" y que este Dakar "va a quedar en mi mente hasta que funcione".

"Estoy agradecido con el pueblo paraguayo, agradecido por lo que me regala esa hermosa tierra. Soy muy feliz y que viva el Paraguay", agregó quien ya tiene en mente volver a correr el Dakar 2018, obviamente junto con su hijo Enrique.

"¡Sí!, demasiado me diverti. Estábamos con Enri con barro hasta la mata o polvo hasta en el oído y nos matábamos de la risa dicéndonos: mirá dónde estamos, ¿qué estamos haciendo? Así cada día, pero con esa templanza que logré transmitir a mis hijos durante mi vida y ahora pude vivirla específicamente con uno de ellos", aseguró.

Cuestión de suerte

Por último, Blas Zapag lamentó que no todos los paraguayos vayan a terminar el Dakar, como se lo habían propuesto antes de partir de Asunción el pasado 1 de enero, ya que Beto Recalde y Juanjo Sánchez abandonaron en la penúltima etapa.

"Eso es lo lamentable. A mí me pasó exactamente lo mismo el año pasado, el último día no pude correr y es un sentimiento que te pica todo el año, pero es una cuestión de suerte. Beto pudo haber estado acá y Thomas (Englert) y yo no. Creo que le va a costar digerir un par de días, pero después va a recordar cada momento emocionante que vivió junto a Juanjo, que es un gran copiloto", sentenció Blas Zapag, el 38° mejor piloto del Dakar 2017 Paraguay Bolivia Argentina.

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