De The Economist

Fue en la primavera del 2016 cuando Donald Trump se enfocó primero en Ford Motors, llamando a sus planes de construir una planta en México "una desgracia absoluta" y prometiendo que no sucedería bajo su supervisión.

En ese entonces, pareció notable que el candidato pensara que podía dar órdenes a una compañía de la estatura de Ford. El 3 de enero, sin embargo, Ford canceló su proyecto de 1.600 millones de dólares en el estado mexicano de San Luis Potosí y dijo que en su lugar invertiría 700 millones de dólares en una planta existente en Flat Rock, Michigan, para construir autos eléctricos y autónomos.

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No obstante, la maniobra de Ford parece más un giro que una vuelta en U. Las tácticas intimidatorias de Trump hacia las empresas estadounidenses son lo suficientemente reales, y el fabricante de autos se habrá congraciado mucho con el presidente electo. Sin embargo, su decisión puede explicarse en gran medida en términos operacionales. El plan original era que la nueva planta mexicana construyera principalmente autos Focus; vehículos de pasajeros pequeños cuya demanda ha caído, gracias al romance de Estados Unidos con los SUV, los crossover y las camionetas pickups y con los bajos precios de la gasolina.

La decisión de eliminar la nueva planta parece obedecer más a que Ford está reduciendo su exposición al negocio de autos pequeños en Norteamérica que al hecho de que la compañía esté reduciendo su huella en México, según George Galliers de Evercore, un banco de inversión.

La empresa aún mudará la producción del Focus de su planta en Wayne, Michigan, a una planta existente en Hermosillo, México. En cuanto a la mejora de la instalación de Flat Rock, donde Ford anunció esta semana 700 nuevos empleos por venir, la compañía ya había anunciado en diciembre del 2015 que invertiría en electrificación y en 13 nuevos vehículos eléctricos. Vincular una ubicación para ese proyecto con la cancelación de la planta mexicana parece poco más que un giro consumado.

Las cosas indudablemente serían difíciles para los fabricantes de autos globales si Trump tratara de cumplir su promesa de campaña de imponer un arancel del 35 por ciento a los autos exportados de México a Estados Unidos. En el 2015, México exportó 2,7 millones de vehículos, y más de cuatro quintas partes de ellos se dirigieron a Estados Unidos o Canadá. Al dar la impresión de que se postró ante el nuevo jefe en funciones, el director ejecutivo de Ford, Mark Fields, podría esperar mantener a raya esta amenaza; y obtener otras concesiones favorables, como reglas menos estrictas sobre los estándares de emisiones.

"Tenemos un presidente electo que ha dicho muy claramente que una de sus prioridades es hacer crecer a la economía", dijo Fields. "Eso debería ser música para nuestros oídos".

El que sigue en la fila es General Motors, el fabricante de autos más grande de Estados Unidos, que en el 2013 anunció que invertiría 5,.000 millones de dólares en México durante los siguientes seis años. Esta semana, Trump reprendió a la compañía por producir su Chevy Cruze, otro auto compacto, mayormente al otro lado de la frontera.

Tuiteó: "¡Prodúzcanlo en EUA o paguen un gran impuesto fronterizo!"

General Motors podría encontrar difícil igualar la hábil maniobra de Ford.

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