Por Marcelo A. Pedroza

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"El Homo sapiens se distingue del resto de los animales de la creación porque está subdefinido y subdeterminado y, en consecuencia, se halla condenado a la trascendencia, al desafío de su statu quo, a alcanzar un "más allá" y un "por encima de", palabras de Zygmunt Bauman (1925-2017), filósofo y sociólogo que ha dejado grandes aportes para la humanidad, entre ellos la conceptualización de la posmodernidad, a la que denominó como modernidad líquida. Fue catedrático de Sociología en diferentes universidades del mundo, tales como la de Varsovia, Tel Aviv y la de Leeds. Condena al hombre de una manera extraordinaria, lo hace en positivo y lo sitúa inexorablemente sobre su grandeza.

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Bauman podría haber sido profesor en las cátedras abocadas al estudio del liderazgo. Su conocimiento era transversal a múltiples disciplinas. Entre sus pensamientos se encuentra la siguiente reflexión: "El modo de vida que cada uno de nosotros practica es resultado de la combinación del destino (algo sobre lo que nosotros podemos hacer muy poco, incluso aunque sea, al menos en parte, producto de la suma resultante de las elecciones humanas hechas en el pasado) y del carácter (algo sobre lo que sí podemos influir, dado que lo podemos reformar o recomponer). El destino establece un conjunto de opciones factibles, pero es el carácter el que escoge entre ellas, seleccionando una y descartando las otras". La influencia primero debe encontrar su apogeo en el interior. Si así lo hiciere podrá surgir exteriormente. Zygmunt insta a las personas a redescubrirse, por lo que pregona la constante educación del carácter.

El profesor Bauman escribió excelentes obras, entre ellas Modernidad liquida (1999), Vida Líquida (2006) o Desigualdades en la era global (2011), su pluma forjó más de 50 libros. En todas las circunstancias el ser humano puede hacer uso de su facultad de elegir, esta era una de las premisas centrales de su teoría sociológica, la cual manifestaba de la siguiente forma: "No existe ninguna situación en la que no esté contenida más de una opción (esta regla, verdadera y universal, es incluso aplicable a los moradores de los campos de concentración, esa encarnación de la discapacidad definitiva), y de esta manera no existe una "situación que no conlleve una elección". Ninguna situación en la que no se pueda hacer algo en lugar de lo que se está haciendo. Y no hay elección, ni decisión ni acción que no tenga, a su vez, una alternativa". Su misión era pregonar la apertura de horizontes. Alentaba la creación de otras miradas posibles.

El maestro vivía el esplendor de la reflexión. La difundía en cada palabra utilizada, y la hacía suya, así lo expuso en uno de sus escritos, "Lo que durante todos estos años me ha mantenido en movimiento, siempre buscando, pensando y escribiendo, es la convicción de que, para hacer un uso apropiado de la libertad de elección (por reducida que ésta sea) necesitamos, precisamente, ser conscientes del rango de opciones que nos ofrece el destino (ese momento histórico que nosotros no hemos elegido, pero en el que nos vemos forzados a actuar).

Y del conjunto de acciones alternativas (o, mejor dicho, de modos de actuar) entre las cuales podemos escoger. Cuando me dedico a describir las sucesivas condiciones a las que nos ha abocado el "destino", he intentado (y aún sigo intentando) descubrir y desentrañar qué oportunidades y qué amenazas contienen, en potencia, las distintas condiciones específicas. A causa de mi, extrañamente, prolongada vida, he tenido la ocasión de realizar esta operación en bastantes situaciones que eran, con toda claridad, diferentes. Y nunca he encontrado un modo de vida que careciera de estos dos rasgos: oportunidades y amenazas". Todos podemos hallar y ejercer el uso apropiado de la libertad de elección para construir nuestra historia de vida. Así lo creía un hombre notable.

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