• Por Antonio Carmona

cho popular: "No hay peor ciego que el que no quiere ver" con la sabiduría ancestral de la experiencia.

El ciego real trata de percibir, de ver, a través de todos los otros sentidos que tiene a su alcance; el que no quiere ver, aunque tenga ojos clarividentes, no quiere ver y punto; no ve lo que no quiere, mira para otro lado y se convence de que tiene la verdad y trata de convencer a los demás con la mirada sesgada de lo que no quiere ver.

Pero hay aún un ciego más grave que el que no quiere ver o el que no quiere ver por su fanatismo, el que quiere hacernos ver lo que él quiere que veamos y no lo que él no quiere ver, es decir, el manipulador, el estafador; que no es el ignorante, sino, al contrario, el avivado, el que tiene interés en confundirnos, estafarnos, manipularnos, vendernos un burro averiado o un tranvía fuera de circulación y sin vías para circular.

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En nuestra política es una constante tan frecuente como en las ventas de ferias de burros desahuciados o de tranvías fuera de circulación y sin vías.

El peor ciego es el que quiere vendernos su propuesta electoral como en feria, en vez de con ideas.

En nuestro periodismo, no hablo sólo del Paraguay, aunque sí específicamente, es una constante de tendenciosidad y manipulación de la opinión pública. Vender al candidato que el medio apoya, hasta inventando encuestas que no llenan los mínimos requisitos de un estudio de opinión, a veces sin ficha técnica, otras con datos insuficientes para garantizar que hubo encuestados en la cantidad suficiente para validar el estudio.

Es lo que nos está pasando con el tema de la enmienda, que plantear la posibilidad de reelección vía enmienda es una violación a la Constitución Nacional y un delito que hay que condenar y llevar a la hoguera a los proponentes.

  • La enmienda es constitucionalmente una vía válida que ya tiene jurisprudencia. La reforma, sin duda, lo es, y puede ser más amplia, por no reducirse a un tema específico. La Constitución nos ofrece las dos posibilidades. Es una cuestión de decisión política –no sólo de los políticos, sino de la ciudadanía en general.

La primera enmienda de la Constitución Nacional se planteó y se debatió públicamente allá por el 2011, cuando se propuso corregir la maliciosa exclusión del derecho al voto de los paraguayos residentes en el exterior. Se debatió, se convocó a la elección y se aprobó, con amplia mayoría, creo que absoluta, en ambas cámaras del Congreso.

Recuerdo que las principales objeciones fueron del entonces senador Gonzalo Quintana, porque, pese a que estaba en total desacuerdo con la injusticia de robar el voto a ciudadanos paraguayos, creía que afectaba a uno de los puntos que el artículo 290 De la Enmienda precautelaba, que no se afectara el modo de elección.

En ese caso incorporaba a votantes que la Constitución había excluido. Sin embargo, se aprobó con mayoría absoluta de ambas cámaras.

Algunos de los legisladores de entonces que votaron a favor hoy votan en contra, sin que nadie pusiera ni ponga al grito al cielo –en esta nuestra política en que la religión ha ocupado últimamente un espacio inconstitucional e incoherente–, en un debate en que en vez de discutir la letra de la Constitución, como corresponde a una sociedad civil, estamos buscándole las interpretaciones al "espíritu" de la Constitución, que, supongo, estará acorde con las diferentes espiritualidades, la cristiana, la judía, la mahometana…

Y que en cualquier momento vamos a tener invocadores al Espíritu Santo.

Vale la pena pensar en términos cívicos y constitucionales y jurídicos y no en abstracciones.

Es decir, debemos de salir de campañas publicitarias y asumir que las campañas políticas deben trasmitir ideas y no vender productos.

La enmienda es constitucionalmente una vía válida que ya tiene jurisprudencia. La reforma, sin duda, lo es, y puede ser más amplia, por no reducirse a un tema específico. La Constitución nos ofrece las dos posibilidades. Es una cuestión de decisión política –no sólo de los políticos, sino de la ciudadanía en general también– optar por la que se considere más conveniente. Será Justicia.

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