El libro titulado "La lucha por la tierra en el Paraguay", de Carlos Pastore, es una radiografía de la historia nacional, de la politología y sin duda una radiografía de las luchas sociales. Lo escribió Carlos Pastore en Montevideo, estando en el exilio, donde se ha producido una buena parte de la historiografía y de la literatura paraguaya, y hasta de la música; no es casual. Se editó allí en 1949 y sigue teniendo una vigencia impresionante y, hay que decirlo, vergonzosa.

Basta mirar las publicaciones de las siguientes décadas, hasta el presente, para comprobar que uno de los principales problemas del Paraguay, y uno de los más feroces conflictos, es la lucha por la tierra. Es paradójico; es un país que tiene tierra más que suficiente para la cantidad de habitantes y en el que la riqueza de la tierra produce riqueza, sin dudar, la principal base de la economía del país. Y que tiene suficiente tierra por habitante para la poca población que tiene.

Solo se debe pensar que China Taiwán, cuya producción del agro se exporta incluso a la gigante China Continental produciendo una de sus fuentes de riqueza, tiene casi exactamente la misma superficie que el departamento de San Pedro del Paraguay, con un porcentaje mucho menor de "tierra cultivable", que tiene la gran paradoja de producir una buena parte de la riqueza del Paraguay y una mayor parte de la pobreza.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

La diferencia es muy sencilla, aunque explicarla en profundidad y en historia llevaría más espacio que un editorial de diario; pero, esencialmente, es la planificación de la producción y la "despolitización" de la tierra como prebenda.

  • Vale la pena traer a colación el recuerdo de la tragedia, porque en Guahory se está queriendo repetir el conflicto, en un momento de tremendo conflicto electoralista, y en el que hay políticos en campaña que agitan la “lucha por la tierra” como arma electoralista.

No hay que irse a Taiwán para comprobarlo, aunque es bueno leer el proceso de reforma agraria, de distribución de tierras y de planificación de la producción que han realizado allí. Aquí mismo estamos viendo un florecimiento de la riqueza agrícola, en contraste con el modelo regional que era Argentina, que ha visto un proceso de pauperización de su riqueza agroganadera por razones políticas. Es decir, hay que diferenciar la política agraria de la política de los intereses políticos partidarios y de las hegemonías de poder; poner la economía en el plano de la producción y no del clientelismo y la lucha por el poder político.

Lamentablemente lo vivimos y los seguimos viviendo hasta nuestros días, en que la tierra es más que un valor para la producción, tanto para los grandes, medianos como pequeños productores, dentro de una política inteligente y práctica y, sobre todo, no prebendaria ni politiquera.

En Curuguaty tuvimos la última tragedia grave de nuestro país por "la lucha por la tierra", en base a un tema que era fácilmente solucionable, ya que los propietarios no deberían haber sido "beneficiarios" de unas tierras irregularmente registradas, como una buena parte de las propiedades.

En Curuguaty tuvimos una tragedia tremenda que aún no está suficientemente aclarada, ya que los principales responsables, el presidente de la República, Fernando Lugo, y el ministro del Interior, Carlos Filizzola, en vez de medir los tiempos y las circunstancias, mandaron a policías desarmados a una emboscada televisivamente anunciada y documentada, en base a un "protocolo" de dudosa racionalidad, de la inteligencia que debe guiar a un ministerio del Interior.

El juicio político, que destituyó al presidente, no pasó al terreno de la investigación de los acontecimientos, sobre todo al principal interrogante: por qué, pese a la resistencia de los jefes policiales que dirigían el operativo se les ordenó marchar al frente, al paredón de fusilamiento.

Hasta hoy, a falta de investigar a fondo los hechos en el momento que ocurrieron, siguen las dudas y las polémicas sobre el hecho más dramático de esta etapa democrática que vive el país, prácticamente sin precedentes.

Vale la pena traer a colación el recuerdo de la tragedia, porque en Guahory se está queriendo repetir el conflicto, en un momento de tremendo conflicto electoralista, y en el que hay políticos en campaña que agitan la "lucha por la tierra" como arma electoralista, utilizando a los excluidos de la propiedad de la tierra para promover conflictos y hasta trágicos desenlaces, en contra de las negociaciones positivas que se están realizando, para fines de campaña electoral.

Dejanos tu comentario