Por Laura Morel

lmorel@lanacion.com.py

La Paz, Bolivia.

Tiene solo 21 años y está escribiendo una parte de la rica historia del rally raid más famoso y duro del mundo: el Dakar, que por primera vez incluye a Paraguay dentro de su mapa.

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Enrique Zapag acompaña a su padre Blas como navegante en la Toyota Hilux número 367, que en la Etapa 5 hizo la menor carrera de toda la competencia al culminar en la decimonovena posición, lugar nunca antes alcanzado por una tripulación paraguaya en la categoría autos.

Cuando su padre habla de él le brillan los ojos y no deja de sonreír. Solo tiene palabras para "este mita'i", como lo llama cariñosamente antes de comentar alguna tarea bien hecha por el joven copiloto.

Por ejemplo: "Hoy, en un tramo, yo quería seguir a todos los autos que iban hacia una dirección, pero él me dijo 'no, vamos por acá, vamos por acá'. Le hice caso y llegamos bien. Este mita'i es muy bueno, muy inteligente".

"Mi mayor miedo es perderme, no me preocupa tanto llegar primero, y con él tengo esa tranquilidad de que no nos vamos a perder", reconoce Blas Zapag, destilando orgullo por el hijo, al que acostumbra dar el volante en los enlaces (no vale para la competencia). "Maneja muy bien", afirma.

Viviendo un sueño

Después del Transchaco Rally 2015, en el que finalizó en la cuarta posición por detrás de su hermano Blas en la clasificación general y como piloto, esta es la mejor experiencia vivida por Enrique Zapag a nivel de rallies.

De hecho, según el mismo confiesa, "es un sueño, una aventura única, una gran experiencia". Si lo hubiera tenido que imaginar, admite que jamás habría pasado por su mente, mucho menos tratándose de un Dakar. Pero cuando su padre se lo propuso, no lo pensó dos veces.

"Mi papá estaba en busca de un navegante con experiencia y que también lo conociera. Le invitó a mi hermano, que también se llama Blas, pero él no se animó. Igual, está acá, nos acompaña y apoya", comienza contando Enrique.

Luego y para preocupación de mamá Gladys, que cuando ya no pudo evitar que su pequeño corriera con papá se encargó de diseñar los uniformes que utilizarían los Zapag, llega la invitación para Enrique. La respuesta fue "sí" sin pensarlo demasiado y recordando lo increíble que fue la experiencia del Transchaco Rally del 2015.

A partir de allí comenzó el intenso trabajo de equipo, un equipo que "se complementa bastante bien", según explica el mismo Enrique, al tiempo de confesar que "aparte de función de navegante, yo le doy ánimos y también trato de tranquizarlo, porque a veces quiere hacerse del loco y acelerar a fondo. Entonces, le digo: Tranquilo, andá tranquilo".

Los Zapag junto al equipo que los acompaña en esta durísima carrera llamada Dakar. Foto: Laura Morel.[/caption]

Charla con mamá

Todas las noches, luego de llegar al vivac y dejar la camioneta para que el equipo la revise y la deje lista para el día siguiente, Blas y Enrique se trasladan a un hotel a descansar. Después de la cena, Enrique toma el roadbook (libro de ruta) de la etapa siguiente lo estudia a fondo y, una vez aprendido todo, hace la llamada que no puede faltar para finalmente ir a dormir tranquilo.

"Hablo una hora con mi mamá todos los días, después de hacer el roadbook que es mucho trabajo, me lleva más o menos dos horas. Pero después llamo a mi mamá sí o sí. Imaginate que si antes estaba preocupada por su esposo, ahora también se preocupa por su hijo, pero bien", comenta.

Por la medalla

Decir que buscan el primer lugar del Dakar es volar muy alto, sobre todo cuando esta es apenas la segunda participación de Blas Zapag y la primera de Enrique. Los Zapag tienen los pies sobre la tierra, y el gran objetivo es llegar a Buenos Aires el 14 de enero.

"Venimos bien, regulando y en un buen ritmo. Nos marcamos el objetivo de completar la etapa día a día y ya llegamos al cincuenta por ciento del Dakar. Nuestro gran objetivo es llegar a la última etapa y colgarnos la medalla del Dakar. Ese es mi sueño", afirma el joven Enrique al tiempo de tocarse el pecho con la mano, como indicando dónde quiere ver la medalla del Dakar 2017 el próximo 14 de enero.

Hoy, están por buen camino. Piloto y copiloto, padre e hijo, están escribiendo un gran capítulo de la historia familiar de los Zapag.

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