Los Angeles, Estados Unidos | AFP.

Después de meses de silencio, la reina de la telerrealidad Kim Kardashian resurgió en las redes sociales, publicando una foto con su esposo, el rapero Kanye West, y sus dos niños.

Kardashian, que tiene 49,3 millones de seguidores en Twitter y 89,6 en Instagram, también subió un video casero de su familia que muy probablemente pondrá fin a los rumores sobre su divorcio.

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Ambos se muestran muy cariñosos en este video, de dos minutos y medio, en el que también salen momentos íntimos de la familia con sus niños North y Saint.

La leyenda en la foto en Twitter dice simplemente "Familia".

La estrella del show "Keeping Up With the Kardashians", que también cambió su foto de perfil en ambas redes sociales, estaba desaparecida del mundo virtual desde octubre, cuando fue asaltada a mano armada en París.

En ese tiempo se informó que su esposo tuvo un colapso mental, que lo llevó al hospital y a cancelar una gira de conciertos.

El sitio web de celebridades TMZ indicó que la pareja regresó el martes a Los Ángeles desde Oklahoma, donde visitaron la tumba de la madre de West.

Cuando los artistas de éxito esconden su identidad

París, Francia | AFP, por Aurélie MAYEMBO

Sus obras son éxitos planetarios pero nadie sabe quiénes son. La escritora italiana Elena Ferrante, el artista grafitero Banksy o el grupo Daft Punk ocultan celosamente su identidad, una decisión intrigante en un mundo hipermediático.

"Hace 20 años decidí, de una vez por todas, librarme de la ansiedad de la notoriedad. Está claro que para quienes aman la literatura, los libros bastan", explicó por mail en 2015 a la revista Vanity Fair la persona que se hace llamar Elena Ferrante.

¿Pero el anonimato refleja una voluntad de destacar ante todo las obras? ¿O es una forma de llamar la atención?

Es una manera de "reinyectar un poco de misterio en una época necesitada de ficción", estima el sociólogo Stéphane Hugon. Y advierte: una vez revelado, el "secreto es siempre decepcionante". "Cuando sepamos quién es esta Elena nos sentiremos frustrados".

Ocultar su identidad es también, según este experto de la cultura pop, un acto de "resistencia" frente a una sociedad que reivindica la transparencia. Es el caso de Banksy, que huye de la prensa, solo contesta por mail y a la vez denuncia el espionaje masivo en la era de internet.

Desenmascar a estos artistas es un desafío para muchos admiradores y periodistas.

El último rumor sobre el icono del arte callejero apunta a que sería un miembro del grupo Massive Attack, que también es originario de Bristol, en Inglaterra.

A Ferrante un periodista italiano trató de identificarla analizando los flujos financieros de su editorial. Resultado: la autora de la saga "Dos amigas" sería una traductora romana llamada Anita Raja, una información no confirmada oficialmente.

- El colectivo, por delante del DJ -

Pero no todos los artistas que buscan el anonimato lo hacen por los mismos motivos, destaca Philip Auslander, profesor de literatura y de comunicación en el Instituto de Tecnología de Georgia (Estados Unidos). Hay quienes no quieren aparecer en público y quienes se muestran con máscaras, como el grupo Daft Punk.

Los artistas que no pueden eludir su aparición en público "necesitan recurrir a diferentes estrategias para lograr un anonimato relativo", explica, refiriéndose sobre todo a los músicos.

"La música electrónica es propicia para los artistas que quieren presentarse detrás de una máscara, como Daft Punk, Deadmau5, Marshmallow (...) Quizás porque (este género) es una forma de negación del individualismo en favor de la experiencia colectiva, la identidad del DJ no importa", explica Auslander.

El problema es que a partir de determinado momento, los Daft Punk, por ejemplo, que siempre aparecen ocultos bajo sus cascos de robots, ya no pueden dar marcha atrás. "Es su marca de fábrica", asegura el sociólogo Stéphane Hugon.

Otro riesgo es que el anonimato se convierta en un fenómeno de moda, incluso en un filón.

La editora francesa Sabine Wespieser publicará en febrero una primera novela, "Joie" (Alegría), de Clara Magnani, un seudónimo femenino con una sonoridad italiana, que seguramente no escapará a las comparaciones con Ferrante.

"Todo lo que deseo es el mismo éxito a este libro", afirma la editora, puesto que "el misterio de la identidad no es pertinente si no hay nada detrás" artísticamente, afirma.

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