Goyet, Bélgica. AFP.
"Es irrefutable, aquí se practicaba el canibalismo", explica el arqueólogo belga Christian Casseyas, mientras recorre la llamada tercera caverna de las cuevas de Goyet, situadas en un pequeño valle cerca de las Ardenas belgas (sur).
Los restos datan de hace unos 40.000 años, cuando la presencia en la tierra de los neandertales estaba llegando a su fin. Faltaba poco para que dejaran paso al hombre de Cromañón, nuestro ancestro directo, con el que habían cohabitado.
Durante años, los hombres de Neandertal, con un cerebro un poco más grande que el del hombre moderno, fueron considerados seres salvajes a pesar de que cuidaban los cuerpos de los muertos, como demuestran algunas sepulturas de la época.
Ahora sabemos que también comían a su congéneres. Ya se habían detectado algunos casos de canibalismo en poblaciones de neandertales establecidas en España (El Sidrón y Zafarraya) y en Francia (Moula-Guercy y Les Pradelles) pero nunca hasta ahora en un país del norte de Europa.
Las cuevas de Goyet, ocupadas desde el paleolítico, son galerías de piedra caliza de unos 250 metros de largo excavadas naturalmente por el Samson, un pequeño arroyo que hoy está situado a unos pocos metros de las cuevas.
El lugar empezó a revelar sus secretos a mediados del siglo XIX gracias a uno de los precursores de la paleontología, Édouard Dupont (1841-1911).
Dupont, geólogo y director del Museo Real de Historia Natural de Bélgica, excavó minuciosamente varias cuevas, entre ellas la de Goyet, en 1867, donde encontró numerosos huesos y herramientas.