• Por Rolando Vargas
  • Editor de Deportes
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Hasta el más incrédulo cuando nació el sueño Dakar en Paraguay en la mente de pocos, como el piloto Milciades Fretes, el primer corredor guaraní que representó al país en la prueba más exigente del mundo, se quedó impactado por esta majestuosa prueba que se desembarcó en suelo paraguayo para quedarse por siempre.

Esta idea maduró en las autoridades nacionales, en los dirigentes deportivos, en las empresas privadas del rubro e incendió la sangre de los corredores para tener en competencia a 8 representantes en 5 máquinas, que buscarán la hazaña de llegar a la meta el 14 de enero en Buenos Aires.

El Estado paraguayo abrazó como suya la propuesta, puso en función a 15 instituciones oficiales y una inversión inicial de 3.000.000 de dólares que se duplicó en beneficio solo con el ingreso de turistas, sin contar con las ganancias de hoteles, restaurantes, vendedores ambulantes y otras actividades inherentes al rubro.

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Más de 5.000 visitantes por tierra y por aire de todos los continentes entre competidores, organizadores y turistas, que junto a más de 100.000 paraguayos participan activamente con sus visitas al Dakar Village de la Costanera de Asunción, cerca del parque cerrado de las poderosas máquinas y en el tramo de la etapa 1 entre Atyrá y Nueva Colombia, dieron vida a esta fiesta inolvidable.

A todo este impacto mediático a nivel mundial a través de la transmisión de las imágenes en la largada simbólica de la carrera a 190 países, que estimado en costo publicitario alcanza 100.000.000 de dólares, según datos proveídos por la Secretaría Nacional de Deportes, se debe estimar un beneficio a largo plazo en una cifra incalculable.

Además, se vendió al mundo la cultura hospitalaria de la gente, su solidaridad, su alegría, su pasión por el automovilismo y todo el show que genera esta mítica carrera, que cada vez seduce más por todas sus estrellas, las máquinas y la tecnología que reúne para hacerse día a día más importante su presencia en Sudamérica.

Esta magia del Dakar se instaló en Paraguay, su gente la disfrutó y la abrazó con un comportamiento amistoso pese a algunos incidentes en el tramo 1, cuando algunos aficionados quisieron abandonar fuera de tiempo las zonas de espectadores, y la hace suya en el corazón para eternizarla en la mente.

Con este gran trabajo se demostró que el país tiene todas las condiciones logísticas, creativas y organizativas para ser escenario de un evento de gran envergadura, no solo deportivo para ponerse a la altura de grandes urbes del primer mundo.

Se queda en la piel del público el recuerdo de interactuar con los pilotos, sentir el vértigo de la velocidad en los diferentes sitios de encuentro, y la sensación de revivirlo cada instante en las próximas ediciones con una mayor cantidad de etapas, y especialmente en la región Occidental, en donde el rally encuentra su esencia en las inhóspitas picadas que guardan la historia misma de nuestro país.

Te esperamos por siempre Rally Dakar.

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