Por Richard E. Ferreira-Candia

Periodista, analista y docente

@RferreiraC

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Adrian Hemsley es un geólogo que, entre muy pocos, pudo conocer lo que le pasaría al mundo según la predicción atribuida a una antigua cultura aniquilada en América. Avisó a sus superiores y, gracias a la información exclusiva, se diseñó un plan secreto para salvar de una catástrofe planetaria a unas 400 mil personas de todo el mundo. Hemsley fue uno de los que se salvaron, junto a la chica de sus sueños (hija del presidente muerto), los que pudieron pagar su "salvación", y otros que por intrépidos lograron subir a unas arcas gigantescas construidas para proteger a parte de la humanidad. El resto de los simples mortales, no sobrevivió.

Charlie Frost también era un teórico. Lo consideraban un loco por vivir en un remolque y desde ahí, a través de una radio, hablar de cosas sin sentido, incluso de un apocalipsis en una fecha exacta, pero, como sucede con los locos, nadie le creía. Finalmente, se concretó todo lo que había anunciado. Su mayor satisfacción no fue que se confirmaran sus predicciones, sino el momento cuando una lluvia de rocas llameantes –que vio como una maravillosa creación del mundo– le caían encima. Murió en su locura.

Los dos tenían informaciones reales. El reconocido geólogo y el loco hablaban de una catástrofe mundial, que finalmente sucedió. La diferencia entre ellos está en que el primero decidió mantener un silencio cómplice y el segundo gritó lo que sabía a los cuatro vientos.

A los que vieron la película 2012, supuestamente ideada según las predicciones de los mayas, aquella del "fin del mundo el 21 de diciembre del 2012", conocen a estos personajes, la trama y el final. Fuera de la película, donde murieron millones de personas, en la vida real, seguimos vivos (unos más que otros) después del 2012. No hubo fin del mundo, por ahora, como dirían algunos políticos.

Conversábamos con el comandante sobre ese filme estrenado en el 2009, que de nuevo en estas fechas es común encontrar en la programación de los canales de cable. Sentados en el altillo del Café Literario, con las acostumbradas tazas de café negro, sin azúcar, conectábamos la película a las predicciones catastróficas en la política durante todo el año, como cada año.

–El mejor personaje para mí fue el loco teórico– le indiqué. Solo asintió con la cabeza. Al geólogo le cayó muy mal, porque –dijo– pudo haber hecho más, pero guardó silencio. Ninguno de los dos recordó al "héroe" de la película, que salvó a su familia y se quedó de nuevo con su esposa luego de que muriera la nueva pareja de ella; clásico del cine norteamericano. El comandante ni yo somos críticos de cine, pero nos animamos a calificarla. Coincidimos en que fuera de algunos de los efectos especiales, la película no es muy buena. Admitimos que sí pudo utilizar un hecho muy particular para conseguir la atención internacional: la supuesta predicción maya del fin del mundo. Un excelente recurso mediático, para lograr un impacto mundial.

Los políticos se han enfrascado este año en disputas ya con condimentos electorales mirando el 2018. Es urgente, y se repite cada año este requerimiento, que consideren que existe un calentamiento en la "corteza social", que puede causar un desastre en cualquier momento.

–El mundo tenía que acabar en el 2012, de acuerdo a lo que atribuyeron a las predicciones mayas, pero no pasó nada. Algo así como sucede cada año en la política paraguaya. Se anuncian catástrofes, por poco el fin de mundo, pero todo sigue igual, como siempre, con disputas estériles, discursos rimbombantes de cada sector, amenazas, falta de diálogo y peleas electorales prematuras– indicó el comandante, mientras acomodada su vetusto y ajado bolso verde, gastado por el uso y el tiempo.

–En la película, por el calentamiento de la corteza terrestre, se producen terremotos, erupciones volcánicas y consecuentemente enormes maremotos que destruyen países enteros. En nuestra realidad, existe un permanente calentamiento del ambiente político, se producen pequeños terremotos, erupciones en discursos y maremotos que destruyen las posibilidades de lograr consensos políticos. A diferencia de la película de ficción, no se dio una catástrofe con ese nivel, al menos de momento– acotó. Anunciar catástrofes siempre es un buen recurso mediático para lograr un impacto.

Es así cada año, indiqué, a lo que respondió que sí, pero, sin embargo, enfatizó, que ese "calentamiento del ambiente político" debe ser considerado con mucho cuidado y no dejar de lado las predicciones de los considerados "locos" que hablan de la posibilidad de una mayor crisis, en caso de que no se encuentren soluciones a los problemas sociales.

Los políticos se han enfrascado este año en disputas ya con condimentos electorales mirando el 2018. Es urgente, y se repite cada año este requerimiento, que consideren que existe un calentamiento en la "corteza social", que puede causar un desastre en cualquier momento.

El año se cierra como comenzó; con mucha tensión política. El 2017 llegará con más disputas y enfrentamientos que nada bien hacen el país. Antes que enfriar el calentamiento de la corteza social, pareciera que todo apunta a que cada vez sea peor, acoté.

El comandante pidió otro café, sacó un libro, lo puso en la mesa e indicó con su ronca voz: Este 2016 no llegó el fin del mundo, esperemos que tampoco en el 2017. Eso.

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