En los últimos diez años, la economía del Paraguay se ha mantenido estable y con atisbos de pujanza en ciertos sectores como la construcción, que ha sido uno de los ítems más importantes en cuanto a crecimiento en el último quinquenio. El mercado ha logrado promover la libre competencia y la apertura comercial, del mismo modo en que los responsables de la política económica cuidan y estimulan la disciplina fiscal.

Sin embargo, para poder afianzar aún más los números macroeconómicos es indispensable que más sectores se complementen, de tal suerte que el éxito económico se traslade también al resto de los habitantes del país.

Hay industrias y sectores tradicionales, como la ganadería o el agro, con la soja y la carne como productos estrella, que están en constante expansión, a las que se suman otras áreas como la construcción o el sector energético, componentes significativos del despegue de nuestra economía de los últimos años.

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Pero además de estos sectores, los próximos años van a exigir una mayor diversidad de ámbitos y es aquí que una industria incipiente como la del ensamblado de vehículos va a ser fundamental. De hecho, el sector automotriz, que aún está dando sus primeros pasos en nuestro país, ya da muestras de un gran potencial.

Nuestro diario informó en los últimos días que en relación al 2015, este año el sector incrementó un 30% su producción, según cifras del Ministerio de Industria y Comercio, lo que significa además el mejor año para la fabricación de automóviles y utilitarios. Aunque la cifra de 835 rodados ensamblados pareciera ser ínfima, esto habla a las claras que si bien es incipiente el desarrollo del sector, el crecimiento del mismo es sostenible, lo que alimenta la confianza en este rubro.

Sin dudas que este sector en constante expansión pasará en pocos años más a convertirse en uno de los pilares de nuestra economía, pero para ello también deberá afrontar varios retos y también tendrá que adaptarse.

La industria automotriz paraguaya, o el ensamblaje, nació hace más de 15 años, ya en el año 1999, con la fabricación de las primeras motocicletas, constituyéndose en el primer rubro metalmecánico de producción en serie en el país e intensiva en mano de obra, 100% paraguaya, especializada y entrenada por las empresas fabricantes.

Luego de una década, el sector se atrevió a más y dio un salto en su producción, con la fabricación de vehículos de 4 ruedas –camiones utilitarios– en el 2013. Y aquí, para las empresas ensambladoras fue clave el apoyo que recibieron de políticas gubernamentales específicas, decisivas para consolidar el inicio de la industria especializada, inicialmente a través del Régimen Automotor Nacional (Decreto N° 21.944/98) y de los incentivos fiscales de la Ley Nº 60/90; y posteriormente con la vigente Ley Nº 4.838/12 "Que Establece la Política Automotriz Nacional" y su Decreto Reglamentario Nº 10.769/13.

La relevancia del desarrollo de la industria automotriz nacional se refleja en la capacidad de crear aportes en los ámbitos económico y social, desde la generación de empleos directos que beneficia a miles de familias, así como el PIB automotriz, pasando además por el aporte que generan al fisco las empresas ensambladoras, ya que las mismas integran el listado de las compañías que más tributos pagan.

Sin dudas que este sector en constante expansión pasará en pocos años más a convertirse en uno de los pilares de nuestra economía, pero para ello también deberá afrontar varios retos y también tendrá que adaptarse.

En este sentido, esta industria afronta principalmente el aumento de la fabricación de los vehículos de 4 ruedas y la apertura de nuevos mercados en la región, lo que además supondrá una competencia con similares productos de los países de la región.

En resumen, el salto de producción y de calidad que ha experimentado este rubro alimenta las expectativas para esta industria que está llamada a ser uno de los principales segmentos del desarrollo económico del Paraguay.

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