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Ni sus expresiones ni su discurso demuestran los 25 años que dice tener. El dolor y la confusión acompañan con serenidad los párrafos que decidió escribir para contar su historia. Matheus de Oliveira Saroli nunca olvidará que un descuido (olvidó el pasaporte) fue lo único que lo salvó de morir en la tragedia aérea de Chapecoense, que no solo le arrebató la vida a su padre, sino que enlutó a 70 familias más.

Nació en Braga, Portugal, en la época en la que su progenitor Luiz Carlos Saroli o Caio Junior, como le decían de cariño, debutaba como jugador de fútbol. Desde niño la pasión por este deporte corría por sus venas y la experiencia que fue adquiriendo en el campo hoy se la debe a su papá, a quien ve como un ídolo. En esta vida o en otra.

De Oliveira Saroli reside en Curitiba, capital del estado de Paraná, al sur de Brasil. Fue atleta hasta sus 23 años, pero después de muchas lesiones dejó de jugar. Por eso estaba en sus planes para el próximo año formar parte del cuerpo técnico del Chapecoense, equipo brasileño que dirigía Caio como entrenador desde mayo de este año, luego de vivir dos exitosas temporadas en Emiratos Árabes con el club de Dubai Al Shabab en el 2015. Quería seguir sus pasos. El éxito que alcanzó su padre lo tenía atónito, esperanzado y soñador.

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"Mi papá estaba siempre muy pendiente de todos sus clubes, pero este, sin duda alguna, era especial. Era como una familia. Yo participaba siempre de las reuniones con él, estaba muy pendiente. Hablábamos de todos los juegos antes y después", contó Matheus Saroli a El Espectador.

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