También vende unas pintorescas carretas de ysypo, curupay y maderas de cajón.[/caption]

Tiene un chaleco con tiras reflectivas, esas que se recomiendan para los motociclistas. El, Éver Riveros, lo usa para que lo vean cuando ayuda a estacionar automóviles en la zona del Mercado de San Lorenzo. Como extra, en los descansos de la avenida Defensores del Chaco, entre España y Caballero, arma unos pesebres en miniatura de madera de cajón y paja que vende para tratar de hacer unos guaraníes extras.

"Los tenemos en venta por diferentes precios, los más pequeños entre 15 y 20 mil guaraníes y los más grandes entre 30 y 50 mil guaraníes", cuenta mientras está fabricando uno de los grandes, ayudado por su hijita Bianca de 11 años.

Lo ayuda en la tarea toda su familia y una amiga de Itauguá que trae las flores de coco y de caraguatá para los adornos correspondientes. "Nos ayuda en algo este trabajito extra", dice la mujer. "La gente siempre quiere adornar su pesebre, es una tradición y allí muchos hacen el perfume de la flor de coco y la vistosidad de esta otra que es también de una belleza especial y que muchas veces en la ciudad no se recuerda, así que por ahí es que vamos consiguiendo nuestros clientes", comentó.

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Riveros es hiperactivo, divide sus atenciones entre la fila de autos estacionados que tiene un movimiento regular y el armado de las casitas de pesebres. También vende unas carretas de madera muy bonitas que insiste en decir que son de su propia confección. "Estas se hacen con el ysypo y también de curupay, lleva unas dos horas confeccionar una". Se venden entre 30 y 50 mil guaraníes y no tienen tanta salida como el producto principal, pero "la gente más tradicional las lleva porque les hace acordar al interior, al campo". Una historia de tradición que en este caso también ayuda a mantener a una familia.

FAMILIAS

Así como Riveros y su familia, cientos de otras familias se ingenian en estas fechas para aprovechar el movimiento comercial y ganar un poco de dinero. Muchas de ellas se trasladan desde el interior para ofertar productos de todo tipo, como pesebres, casas, flor de coco, frutas, entre otros. Varias de estas familias incluso deciden pasar la Nochebuena en sus improvisados puestos, atendiendo a que el traslado a sus hogares para volver luego no les es rentable. La mayoría de estos casos se dan principalmente en los mercados populares o en algunas de las avenidas principales de la capital.

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