Moisés asegura que fue robado de su verdadera madre horas después de nacer en una clínica clandestina de J. Augusto Saldívar. Esto también sostienen quienes dicen ser sus verdaderos familiares. La mujer que le habría robado hace 21 años, fue condenada en setiembre pasado por violación de la patria potestad, en un caso en el que se comprobó el robo de una criatura. La Nación presenta la primera parte de la historia de la clínica del terror que negoció pequeñas vidas durante años en J. Augusto Saldívar.

Publicación que alertaba sobre la comercialización de bebés, en la que aparece Virginia Acosta y Elizabeth Aponte denunciando el hecho.[/caption]

Moisés llega y saluda con convicción. Está transpirado, pero no se lo ve nervioso y pregunta si somos de La Nación de Paraguay. Viste un traje negro, camisa blanca y corbata roja. Sus zapatos son viejos, pero se nota que le pasó un buen lustre para el encuentro. Son las 16:45 y estamos con el equipo de La Nación en la plaza frente a la estación Retiro-Mitre, Buenos Aires, Argentina, lugar que habíamos pactado para el encuentro y para conocer un poco más sobre su historia.

Moisés Concepción Araújo Acosta tiene 21 años. Quien lo reconoció como hijo suyo es la señora Virginia Acosta de Araújo, una obstetra que aparece como dueña de una clínica y farmacia clandestina en J. Augusto Saldívar. El joven nació -según acta de nacimiento- el 6 de octubre de 1995 en dicha ciudad, pero desde los 15 años vive en Buenos Aires. Su vida transcurría con la normalidad de un niño de clase media en J. Augusto hasta que ingresó a la escuela María Auxiliadora de la zona. Allí, entre juegos y cuadernos, conoció a un par de niños que le abrirían el camino a una incógnita terrible que nunca imaginó. La duda de que en realidad él tenía otra madre que lo estaba buscando.

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Los niños que conoció Moisés en esta escuela son quienes hoy dicen ser sus hermanos mayores. "Un día, uno de ellos me invitó a su casa, salimos de la escuela y me fui. Ahí nomás fue cuando la abuela de ellos me empezó a preguntar cosas. Pasaron los meses y todos los días iba a jugar con ellos. Nos hicimos muy amigos", cuenta Moisés, ya en medio de la entrevista, que finalmente la hicimos en plena Plaza San Martín.

Moisés ya hizo su vida en Argentina, donde formó una familia.[/caption]

La versión de Moisés coincide con lo que dice María Concepción Florenciáñez viuda de Aponte, la abuela. En su casa, ubicada en el km 18 de la Ruta 1 de Capiatá, la mujer atiende amablemente a La Nación para hablar del caso. Hasta ahora, en su familia nunca habían hablado de la historia de Moisés con gente extraña. Pero hoy ya no tienen reparos en exponer todo lo que saben porque desde hace años que este tema está como una cuestión pendientes de resolver para todos ellos. La señora María Concepción rememora lo que ocurrió hace 21 años con lujo de detalles. Cuenta que su hija Elizabeth Aponte -quien está hace 10 años en España- en un principio intentó ocultar a la familia el embarazo -supuestamente de Moisés- probablemente para no preocuparlos. Para ese entonces, Elizabeth ya era madre de tres niños y María Concepción cree que por esa situación su hija trató de esconder al máximo su nuevo embarazo.

"Yo sospechaba, pero ella siempre me negaba. No nos hablaba luego mucho. Después, un día dijo, voy a salir un rato y recuerdo que hubo un temporal muy fuerte esa vez. Ella volvió al día siguiente y empezó a tener una actitud rara. Pocos días después me comentó lo que pasó", dice Ña María Concepción.

María, quien sería la abuela verdadera de Moisés, confirmó

la historia de su nieto.[/caption]

EL NACIMIENTO

La noche que Elizabeth tuvo a su hijo, en la Clínica de Virginia Acosta, le dijeron que la criatura tenía que ser derivada a un hospital porque tenía problemas respiratorios. Sin embargo, cuando Elizabeth volvió días después para llevarse al niño, se hicieron los desentendidos. Ella no soportó la situación y entre llantos, fue a su casa y le confesó a su madre que había tenido un hijo. "Ella me contó que dio a luz a un hermoso niño en la clínica de Ña Virginia, pero que cuando quiso llevarse a la criatura le dijeron que supuestamente había muerto", dice hoy la abuela.

"Yo le dije: ahora mismo vamos a ir a reclamarle, y llegamos a lo de Ña Virginia y ella ya se negó a atendernos. Nos mandó decir que estaba enferma y que no podía recibirnos. En su clínica nadie supuestamente sabía algo de la criatura. Entonces, ese mismo día nos fuimos a la comisaría de Capiatá e hicimos la denuncia y hasta nos fuimos al Palacio de Justicia, varias veces nos fuimos a la Policía y al Palacio, pero jamás se avanzó en la investigación", explica doña María Concepción.

En medio de la conversación, llega su nieto Junior, el hijo mayor de Elizabeth. Para él, tampoco hay muchas dudas sobre la situación familiar de Moisés. "Nosotros lo tratamos hace años como a un hermano, así que, para nosotros, es como que teníamos un hermano que vivía en otra casa", cuenta.

A través del Whatsapp, Elizabeth Aponte, quien asegura ser la madre de Moisés y que está en España hace diez años trabajando, dice: "Fuimos muchas veces a reclamarle a Virginia que me entregue a mi hijo. De tantas veces que fuimos, una vez me trajo un feto en un frasco y me dijo "tomá, este es tu hijo", recuerda ahora Elizabeth. La mujer afirma además que vendrá a nuestro país muy pronto para arreglar esta situación definitivamente.

La manera en que la vida los volvió a unir parece sacada de una novela; una mañana cualquiera, María Concepción Florenciáñez fue a buscar a sus nietos Junior y Francisco Javier de la escuela María Auxiliadora para regresar a la casa. Esperando en el portón de esta institución educativa, la abuela escuchó a una de las madres hablar de Moisés, quien era el "más cabezudo" del pre-escolar. Escuchó que se trataba de un niño que le dejaron a "Ña Virginia" y que ella no tuvo otra que adoptar porque su madre no lo quería.

A María Concepción Florenciáñez se le erizó la piel en ese momento. Esperó por Moisés y observó que tenía los rasgos parecidos a sus otros nietos. Hizo los cálculos con la edad del niño que le habían robado a su hija en la clínica de Ña Virginia y justo quedaba en 6 años. Todo coincidía de una manera brutal y extraña, que dejaba una sensación de alegría y de extrema rabia en doña María Concepción.

Fue entonces que la abuela le pidió a sus nietos que hablen con Moisés. Los niños se hicieron amigos y rápidamente Moisés empezó a frecuentarla casa de doña María Concepción. Compartieron almuerzos, juegos y se hicieron muy amigos. Según dice María Concepción, la idea era esperar a que Moisés sea más grande para intentar buscar y llegar a la verdad sobre su origen. Pero las circunstancias que sucedieron años después hicieron que la criatura tuviera que migrar a la capital argentina. "Yo, la verdad, le siento como mi nieto", asevera doña María Concepción.

LA INTERVENCIÓN Y EL VIAJE

Quinta Virginia, donde funcionó el consultorio médico de Virginia Acosta de Araújo, en J.A.Saldivar.[/caption]

En setiembre del 2010, la clínica de la obstetra Virginia Acosta fue intervenida por el Ministerio Público. En ese entonces, Virginia Acosta era investigada por la fiscala María Isabel Arnold, ante la denuncia de otra mujer que había pasado prácticamente por la misma situación de Elizabeth Aponte. Es decir, el robo de su bebé recién nacido en la clínica. El caso terminó finalmente con la condena de Virginia Acosta a seis años por violación de la patria potestad. Es decir, el Ministerio Público confirmó que en ese lugar se había robado al menos un recién nacido.

"Cuando la Fiscalía intervino la casa, Ña Virginia me dijo que venga a Buenos Aires con su hermana, Angélica Acosta, para vivir con ella. Yo la verdad estaba feliz porque demasiado quería salir de esa casa. Cuando eso yo tenía 15 años y todos los días le preguntaba a Ña Virginia si era cierto lo que decían por ahí, que supuestamente ella me robó y que los hermanos Aponte eran mis hermanos, pero ella siempre me negó", cuenta Moisés. Fue así que tuvo que venir a Buenos Aires, y en medio de las plazas que están frente a la estación Retiro empezó a armar su nueva vida. Según Moisés, lo primero que hizo al llegar a la capital argentina fue escapar de Angélica. Agrega que no quería saber nada de la familia porque le era raro la forma en que lo trataban, pero sobre todo porque cuando ya tenía unos 11 a 12 años tuvo que hacer algunas cosas que a su criterio son imperdonables. Cita, como ejemplo, que en varias ocasiones le pidieron desde la clínica que entierre en el patio de la casa -se trata de un amplio inmueble que tiene entrada y salida en ambas calles- algunos bultos envueltos en bolsas. "Una vez miré qué era eso y me di cuenta que era una especie de bebé pequeñito, era un feto", asegura Moisés.

Después de esta confesión, se queda callado. A unos metros de él está su pequeña hija jugando. Moisés la observa y sigue callado. Piensa, tal vez, que dijo algo que no debía, o talvez, era algo que lo tenía guardado hace bastante tiempo. En J. A. Saldívar es prácticamente un secreto a voces que en la clínica de "Ña Virginia" se practicaban abortos. Cuando el equipo de La Nación estuvo por la zona,l os vecinos, e incluso personas que viven lejos del lugar, sabían que en la clínica se podía hacer este tipo de intervenciones ilegales.

Vista frontal de la vivienda de Virginia Acosta, donde hoy funciona una santeria esotérica, dirigida por su

hija Silvia.[/caption]

Moisés dice que vivió casi 3 años solo y recorriendo las calles de la Villa 31 de Buenos Aires, un conocido asentamiento donde la mayoría de la población es paraguaya y está ubicado en la zona de Retiro. "Después le conocí a un discjockey en la zona de Constitución, quien me ayudó a poder comer y me dio una casa. Le agradezco de corazón, porque de lo contrario no sé qué hubiese pasado de mí", afirma.

Moisés trabaja como guardia de seguridad en eventos deportivos, fiestas o como custodio de políticos locales hoy en día. Gana un sueldo que le sirve para mantener a su familia, pero asegura que quiere estudiar algo que tenga que ver con ese rubro para acceder a cargos más importantes. Hasta hoy, Moisés no conoce en persona a Elizabeth Aponte, quien sería su verdadera madre, aunque mantiene conversaciones con ella prácticamente todos los días, a través del Whatsapp o del Facebook. "Pero mi sueño es verle cara a cara, preguntarle todo, tener una conversación bien con ella", dice Moisés. De Virginia prefiere no opinar, pero pide que en su caso se haga justicia, porque sabe -dice- que hizo muchas cosas malas.

Actualmente, Virginia Acosta de Araújo está postrada en una cama. Padece de diabetes y de sobrepeso, lo que le hace casi imposible movilizarse. Tener su versión sobre este y otros hechos resulta imposible, porque además de esta situación, una junta médica determinó a mediados de este año -en el marco de la investigación por el robo del bebé investigado en el 2010- que sufre de trastornos mentales irreversibles. Igual fue condenada a seis años como medida de seguridad.

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