Los pequeños cambios hacen la diferencia. Cuando se trata de la gestión de un gobierno en materia de atención a la tercera edad, este axioma adquiere una relevancia fundamental.

Aún suenan con fuerza las palabras pronunciadas hace unos años por el papa Francisco en el Vaticano sobre la protección que debe otorgarse a los adultos mayores. "Si un pueblo no respeta a los ancianos pierde su memoria y carece de futuro", señalaba el Santo Padre en un inequívoco llamado al respeto y al cuidado de las personas de la tercera edad.

Esta misma enseñanza –que ha dejado también el líder de la Iglesia Católica en julio del 2015 en nuestro país con una histórica visita pastoral–, ha prendido en las autoridades locales a través de programas e iniciativas que, en algunos casos, ya han venido ejecutando bajo otras administraciones, o se han afianzado con el correr de los años.

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Entre los primeros se puede mencionar el subsidio que se otorga a la tercera edad, donde miles de paraguayos de escasísimos recursos se benefician de una pequeña asistencia. Con la promulgación de la Ley 3.728/09, el Estado dispuso el derecho a la pensión alimentaria para los adultos mayores en situación de pobreza. Es una política de Estado que se fortalece con el correr de los años, ya que cada vez hay más beneficiarios y consiste en una asistencia monetaria mensual, equivalente al 25% del salario mínimo vigente. Miles de paraguayos gozan de este beneficio hoy día.

Aunque si bien la transferencia monetaria es importante especialmente en una etapa en la que los gastos en fármacos son constantes, no es suficiente para tornar digno la etapa final de la vida de una persona. Es necesario, sin dudas, concentrarse en una política pública que apunte a mejorar el acceso a la salud pública y a la asistencia en materia sanitaria.

La previsional posee el hospital geriátrico Gerardo Buongermini, donde las personas adultas reciben una asistencia eficiente con profesionales altamente capacitados y equipos de primer nivel.

En este sentido, la Dirección de Adultos Mayores, dependiente del Ministerio de Salud Pública, dispone actualmente de 5 hogares de adultos mayores, donde alberga a un total de 200 personas de esta franja etaria. Esta cantidad es insuficiente para atender el reclamo de una atención decente, pero otras dependencias estatales se han puesto al hombro la responsabilidad de ampliar estos servicios.

En este sentido, una de las entidades que más se ha volcado en fomentar esta atención es el Instituto de Previsión Social (IPS). La previsional posee el hospital geriátrico Gerardo Buongermini, donde las personas adultas reciben una asistencia eficiente con profesionales altamente capacitados y equipos de primer nivel.

Pero además de estos servicios que hoy ofrece el IPS, ahora se suma un lugar emblemático y que ya representa todo un orgullo para las autoridades del IPS: el Centro Residencial Especializado en Atención y Apoyo al Adulto Mayor (Cream), que fue inaugurado precisamente ayer en la ciudad de San Bernardino y que entrará en funcionamiento pleno en pocas semanas más.

El mismo fue construido mediante una inversión de más de 47.100 millones de guaraníes por parte de la previsional y en él albergará a 175 adultos mayores, en instalaciones especialmente equipadas para brindarles una vida digna.

Esta obra que encara el actual gobierno implica poner foco en un sector vulnerable de la población paraguaya, y que por años ha sido olvidado, pero es también un gesto, un pequeño cambio en función a incluir a más personas dentro de la asistencia estatal.

Además, el IPS ha hecho una gran inversión, pero sin derrochar recursos; como ya era propietaria del vasto inmueble de 17 hectáreas ubicada en la villa veraniega que en el pasado alojó a un conocido casino, esa misma estructura fue reacondicionada y puesta en valor para aprovechar sus instalaciones que serán utilizadas para recibir a las personas de la tercera edad.

Este emprendimiento de envergadura demuestra que los años de olvido y relegamiento para una franja etaria desprotegida están llegando a su fin. No cabe duda que aún falta mucho por hacer, pero es también un signo ostensible en favor de aquellos más de 480 mil adultos que a partir de ahora podrán observar su última etapa en la vida con esperanzas.

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