- Jorge Zárate
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Javier tiene unos 11 años y está ofreciendo un paquete de choclos para hacer chipa guasu a 10 mil guaraníes, aprendiendo el oficio de feriar. Los adultos le dicen que ofrezca, que no hay otra manera. Él levanta la voz, se mueve entre la gente, se pierde en el pasillo donde los vendedores de fuegos artificiales explotan en broncas ante la cámara que pasa registrando la vida.
"¡Fuera!", dicen, terminando una frase irreproducible, preocupados, se entiende, más por la poca venta ya que alguna conciencia ha crecido entre la gente, que por otras persecuciones.
No todo es oscuro en los pasillos, también hay luces, con cables largos, cortos, con mil colores, con esas musiquitas que van al centro del cerebro. La gente las compra, son un clásico.
Leonarda González vende aceite y cuenta que "todavía no pasa gran cosa, se está moviendo, esperamos que la semana que viene con los aguinaldos veamos más movimiento, que se pueda vender un poco más".
María Concepción de Flores lleva 30 años en el mercado vendiendo frutas y verduras y coincide con el análisis de sus pares vendedores. "Ya está arrancando y nos estamos preparando. Yo voy a tener buenísimas naranjas y melones para la semana", anticipó. "Por 10 mil te llevas este pedazo", dijo haciendo un gesto de corte en el fantástico zapallo que tiene en exhibición. Una mujer para un instante y lo compra.
Pasa Rocío Gil cargada de bolsas. "Es más barato que en el súper y hay cosas de buena calidad, le recomiendo a la gente", dice.
Roberto Cabral pasa vendiendo unos increíbles vestiditos para nenas de entre 0 y 2 años. Una abuela lo detiene y él vende el quinto del día. "Algo sale", dice y se va contento.
Gaspar Peralta conoce el sitio, sus vericuetos, y asegura que a medida que los días avancen los precios sufrirán pequeñas subas, así que es importante proveerse cuanto antes. "Esto funciona con lógica matemática, cuando la gente tiene es más caro, cuando no tiene es más barato", se ríe y hace reír.