Annie McKee

La mayoría de los CEOs a los que he conocido y con quienes he trabajado pasaron años preparándose para trabajar como tales. Cuando llegaron a los niveles medios de gerencia, la mayoría de ellos ya había aprendido que ser un buen líder es más importante que ser un buen empleado. Muchos tienen historias que contar acerca de tropiezos en el camino sobre la microgestión de los recursos humanos, sobre la destrucción de la moral de un equipo por exigencias poco razonables.

La mayoría sobrevivieron estos tipos de experiencias difíciles y, lo que es más importante, aprendieron de ellas. Aprendieron a dejar de lado el control y, en lugar de ello, apoyaron a las personas para que cumplieran con su trabajo. Ellos aprendieron a evaluar correctamente a las personas. Aprendieron los trucos para la construcción de equipos más fuertes, para hacer frente a los conflictos y para negociar.

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Se podría pensar que todo esto les habría preparado bien para asumir la posición de CEO, ¿verdad? Bueno, tal vez no.

Me he dado cuenta de que el poder del rol puede cegar a los CEOs sobre muchas cosas, sobre todo cuando se trata de ellos mismos y sus relaciones en el trabajo. En esencia, dos competencias claves de inteligencia emocional –la autoconciencia y la empatía– tienden a desaparecer del kit de herramientas de los CEOs.

¿Por qué? Hay varias razones. En primer lugar, el poder realmente nos corrompe, incluyendo a nuestra capacidad de razonar. En segundo lugar, la gente nos trata de manera diferente si somos poderosos. A veces nos aman más; a veces nos odian más. De cualquier manera, es fácil quedar atrapado en el bombo y creerse el cuento.

Por último, mucha gente llega a la cima sin hacer una gran dosis de introspección o de crecimiento personal. Aunque parecen haber aprendido la inteligencia emocional en el camino, a menudo es bastante superficial.

¿Qué pueden hacer los posibles directores generales para estar mejor preparados en hacer frente a nuestras complicadas y complejas respuestas humanas al poder en el lugar de trabajo? Con el fin de realmente aprender a ser un mejor líder, usted tiene que entenderse a sí mismo. Para empezar, hágase las siguientes preguntas:

-¿Cómo se siente acerca del poder? ¿Cómo reacciona ante las personas que tienen poder sobre usted o que tienen autoridad sobre usted y pueden tomar decisiones que afecten a su vida? ¿Dónde cree que sus reacciones hacia el poder y la autoridad se originaron?

-¿Cómo se siente acerca de las trampas del poder, cosas como el dinero, coches, casas, vacaciones? ¿Cómo se evalúa a sí mismo con estas cosas? ¿Cómo se siente cuando "está a la altura" del cargo? ¿Cómo trata a las personas que no "están a la altura" de las responsabilidades encomendadas?

-¿Qué es más importante para usted que el poder? ¿La familia, la salud, el bienestar, la felicidad, la ética? Ser consciente de estas cosas y dejar que sus valores guíen sus opciones lo llevarán lejos en la ponderación de su conducta y de sus pensamientos en el trabajo.

La mayoría de los líderes han llegado a aceptar que la inteligencia emocional es clave para su éxito. Pero todavía tenemos un largo camino por recorrer antes de que nos demos cuenta de que el desarrollo de la inteligencia emocional es una búsqueda de toda la vida, no es un ejercicio. Y para los líderes y ejecutivos de alto nivel, que tienen carreras y los medios de vida de las personas en sus manos, es una responsabilidad.

(Annie McKee es miembro sénior de la Universidad de Pennsylvania y director del Programa de Doctorado Ejecutivo PennCLO).

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