Por Carlos Miguel Giménez.

El BCP se colmó de ovaciones en diversos pasajes del recital.[/caption]

"En tiempos en que algunos hablan de levantar muros para separar países, nosotros levantamos puentes de unión, puentes de amistad, a través de la música", así, con una contundente sutileza, Berta Rojas dio la bienvenida, el viernes pasado, a las 21:20, al ansiado recital, que cuatro días antes agotó entradas en el teatro del Banco Central del Paraguay.

Tras abrir con "Desafinado", acompañada por el director argentino Gustavo 'Popi' Spatocco, y 16 músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN); la prestigiosa artista señaló: "Muchos de nosotros somos enamorados de la música brasileña. Agustín Barrios era uno de ellos"; e interpretó, como solista, "Choro da saudade" de Mangoré.

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Esa alfombra musical entre Paraguay y Brasil anticipó la esperada presentación de Antonio Pecci Filho, nacido hace 70 años en São Paulo, y que volvió a Paraguay tras 4 años. Berta, emocionada, comentó: "Cuando yo era chica recuerdo que escuchaba 'Acuarela' y soñaba con hacer ese solo, de ese guitarrista, compositor, cantante, fundamental de Brasil. Tocar con él, más que un sueño. Así que para reivindicar ese derecho a soñar hoy en Paraguay: démosle la bienvenida a Toquinho".

La gentileza fue devuelta con sinceridad: "Es un placer enorme estar acá con ustedes, con estos grandes músicos, maestro Popi, con Berta. Y es increíble, yo ya conocía Paraguay, estuve acá unas veces, pero entre ayer y hoy, yo conocí mucho más a Paraguay, a través de cada acorde de Berta... Ella es el Paraguay", expresó Toquinho, levantando una ovación.

"Vamos a grabar"

A partir de allí, el recital fue una mágica danza de relatos musicales, con oportunos tributos e invaluables anécdotas. Entonces, Toquinho mostró la diversidad guitarrística con "Bachianinha", su trabajo para niños ("A casa o caderno"), y la influencia de Dilermando Reis ("Si ela perguntar").

"Ustedes se imaginan el privilegio enorme que es estar sentada aquí en este escenario y poder escucharle aquí nomás a este maestro, a este genio, increíble, Toquinho", comentó Berta, como espectadora; y pasó tener al brasileño como público, con "Felicidade" (con el recuerdo al arreglista Roland Dyens), y una fantástica versión de "Maxixe" de Mangoré, que fue acelerando su ritmo, junto al contrabajo de Ariel Burgos y la percusión de Rubén Dos Santos. "Todo guitarrista tiene que tocar Barrios", sentenció Toquinho, que ya grabó sus obras, y ponderó que el rostro de Barrios esté en el billete de 50 mil.

A continuación, Toquinho contó cómo robó un poema de Vinícius de Moraes (1913-1980), autor de "Garota De Ipanema" (1962); para tratar de impresionarle al musicalizar "Tarde em Itapoã". Tras cantarla, el músico se excusó: "Estoy muy afónico hoy, las notas agudas son muy difíciles. Pero eso acontece. Ensayamos mucho ayer". Siguió otra divertida anécdota, antes de tocar "Eu sei que vou te amar", donde Tom Jobim le dijo irónicamente acerca de Vinícius: "Cómo puede escribir un verso así un poeta que se casó 9 veces".

Previamente, Berta preguntó: "¿Vamos a grabar juntos alguna vez?". Toquinho, entusiasta, respondió: "Sí, cómo no. (Dirigiéndose al público) Yo le dije ayer: 'Tenemos que grabar un disco'. Tienes tantos testigos acá, y yo voy a cobrar eso". Y otra ovación colmó el teatro.

Demetrio Ortiz

Con arreglos de Pinchi Cardozo Ocampo, y el violonchelo de Francisco Álvarez, Berta conminó con Toquinho a honrar el centenario del nacimiento de Demetrio Ortiz (será el 22 de diciembre), cantando "Mis noches sin ti". Tras ese deleite, la parte final incluyó un tributo solista de Toquinho a instrumentistas brasileños; ambos tocaron "Odeon" (que Berta dedicó a su primer profesor de guitarra, fallecido el año pasado, Emiliano Aiub Riveros); con "Chega de saudade" y "Berimbau" se destacaron los aportes de João Gilberto y Baden Powell, respectivamente, a la bossa nova.

Aunque ya era notorio el esfuerzo vocal de Toquinho, la emoción no cedía: "El clima está muy lindo", dijo, eufórico. Para el bis quedaban dos sorpresas aún: Berta comenzó los acordes de "Julia Florida" (Mangoré), que derivó en un aplaudido "Recuerdo de Ypacaraí"; y finalmente la bella "Acuarela" (1983), coronó la inolvidable velada... y ese poderoso derecho a soñar.

Con este mítico recital, Berta Rojas cerró un año muy especial, intenso en proyectos (como el Ensamble Pu Rory) y viajes; pero sobre todo de conciencia vital, porque superó un tratamiento contra el cáncer. Y tras experiencias con Paquito D'Rivera, o el tango con la Camerata Bariloche, vislumbra de nuevo el sendero que pintara Mangoré, recorriendo los sonidos de Latinoamérica.

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