Socio Gerente de Sunergos
Especialista en liderazgo, comunicación,coaching y crecimiento personal.
Como profesor de cursos de postgrado en liderazgo, anualmente realizaba con los alumnos encuestas para averiguar cuánto dan de sí los empleados sin rango de jefatura en las empresas de la comunidad. En los seis años que enseñé, los resultados han sido sorprendentes, ya que los mismos siempre estaban entre el 30 y el 35%. O sea, los empleados declaraban que solo daban en sus puestos solo un tercio de todo lo que podrían dar. Al indagar los motivos, declaraban que se debía al estilo de liderazgo imperante en sus organizaciones, estilos que no les inspiraba a dar lo mejor de sí mismos.
Por otro lado, muchos jefes me suelen decir que están disconformes con el rendimiento de sus colaboradores. ¿Cómo se entiende que, por un lado, los empleados declaran que pueden dar más, y, por otro lado, los jefes no recibe todo el rendimiento que quieren recibir? De nuevo, la respuesta es el estilo de liderazgo.
Una buena manera de mejorar el liderazgo y a la vez sacar lo mejor de los colaboradores, es pedirles que actúen como asesores del Jefe en los temas de su especialidad, es decir, apoyando, brindando información, análisis y conclusiones para la toma de decisiones gerenciales. Esto no significa que el jefe está obligado a aceptar cada idea que provea el colaborador, sino tenerla en cuenta, evaluarla y aceptarla según le parezca apropiada. Si no le parece adecuada alguna idea, bastará con explicar los motivos.
Para llevar a cabo esta idea, es necesario que el jefe se abra, que tenga la voluntad de escuchar a sus colaboradores y no vea el acto de recibir asesoramiento como signo de ignorancia o incapacidad de su parte.
La siguiente frase de Goethe resume muy bien esta idea: "Trata a una persona como es, y seguirá siendo lo que es. Trátalo como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser".
Esta manera de ver la relación jefe-colaborador tiene varios beneficios para ambas partes:
- Se obtiene lo mejor del colaborador: El colaborador se debe preparar constantemente para cumplir el rol, y esto, de por sí, es beneficioso para ambos. Es una oportunidad para que el colaborador amplíe y profundice sus conocimientos y lo más probable es que se motive al sentirse escuchado y considerado por su jefe. Permite crecer en el puesto, ser más útil a sí mismo y a los que le rodean.
- Se conoce mejor la capacidad del colaborador : Esta interacción permite al jefe evaluar constantemente la capacidad del colaborador, conocer mejor sus pensamientos, opiniones y maneras de ver el mundo. Conocer los pensamientos del colaborador antes de tomar decisiones es importante para evaluar el grado de adhesión que tendrá una idea en la fase de implementación.
- Se promueve la comunicación entre las partes: Al ser escuchado, el colaborador se comunica más con su jefe y pueden intercambiar ideas. Se formaliza la comunicación. El jefe gana al animarse a pedir ideas y sugerencias de sus colaboradores.
- Se utiliza un recurso a disposición: Muchas veces los jefes no utilizan toda la capacidad, ideas y materia gris de sus colaboradores.
- Se lidera de manera participativa: Consultar con colaboradores es una expresión muy elevada del liderazgo participativo. Eso es realmente trabajo en equipo.
- Se cuenta con varios ángulos de una idea antes de tomar decisiones: Una palabra que el colaborador provea, puede transportar al jefe a todo un mundo nuevo de ideas. La conversación obliga también al jefe a evaluar y conocer mejor sus propias ideas.
En resumen, al impulsar a los colaboradores a dar lo mejor de sí, los beneficios son varios y todos ganan.