El inicio de las festividades de fin de año, la religiosa en este caso con el Día de la Virgen de Caacupé y su tradicional peregrinación de miles de católicos hacia la Villa Serrana, siempre es propicio para iniciar un período de reflexión, más allá de lo que representen las creencias religiosas.

La festividad de Caacupé, para los católicos una de las más importantes del año e indudablemente la que mayor cantidad de fieles mueve, se convierte en una actividad que genera nuevas expectativas y esperanzas no solo para el plano religioso, sino para otros aspectos de la vida del país.

El novenario, como cada año, fue escenario para que la Iglesia Católica emita posturas sobre determinados temas de interés general, pero en esta ocasión principalmente sobre la situación de los jóvenes. Precisamente este fue el tema elegido por la Iglesia para la reflexión religiosa: los jóvenes. Más allá de la polémica generada por la interpretación de una homilía de un obispo sobre los tatuajes, el mensaje fue mucho más profundo.

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Se habló de la necesidad de que los jóvenes dejen el sedentarismo y el comodismo y asuman responsabilidades para convertirse en verdaderos motores de cambio en el país. Es lo que Paraguay necesita, una energía renovada que presione e impulse acciones que permitan al país fortalecer la transformación que estamos viviendo. El papel de los jóvenes es determinante, como se ha demostrado en anteriores ocasiones con grandes movilizaciones de estudiantes secundarios y universitarios. Pero esa actuación no puede quedarse limitada solo con reclamos, debe convertirse en acción, que se inicia con el compromiso de cambiar uno mismo.

Durante una de las homilías, un obispo también pidió perdón a los jóvenes por defraudar su confianza. Enhorabuena que desde la Iglesia se asuma también las culpas de las inacciones o acciones detestables que la desacreditan. Un doloroso clamor también se escuchó durante las celebraciones: la liberación de los secuestrados por el autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). Además, se reiteró la preocupación por la presencia y aumento del narcotráfico, el drama social y la destrucción del medio ambiente, todos temas que deben ser de análisis en todos los ámbitos.

Un doloroso clamor también se escuchó durante las celebraciones: la liberación de los secuestrados por el autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).

En este tiempo de reflexión, es bueno recordar además la histórica visita del papa Francisco al país, y, en esta fecha, especialmente su presencia en Caacupé. La conexión que tiene con Paraguay hizo que este año incluso enviara como su representante al cardenal Luis Héctor Villalba, quien hizo extensivo el mensaje de Su Santidad, de manera a renovar la esperanza en la comunidad y en especial a la juventud paraguaya.

"El mensaje del Papa es renovar la esperanza. El Papa insiste mucho en que no perdamos la esperanza, porque la Iglesia es esperanza, por más que haya dificultades, problemas, dolor y sufrimiento porque Cristo murió y resucitó, por lo que ese es el gran mensaje. Nosotros ya estamos resucitados, comenzamos una vida nueva a partir de Jesús y tenemos que llevar esa esperanza a nuestro pueblo", detalló tras reunirse con el presidente Horacio Cartes. Villalba hoy presidirá la homilía principal en Caacupé, un hecho sumamente importante no solo desde el punto de vista religioso, sino de la relación de Paraguay con el Vaticano.

Para los católicos, y muy especialmente para los marianos, la presencia del papa Francisco en Caacupé el 11 de julio del 2015 tuvo un alto grado de importancia por dos hechos puntuales. Ese día dio lectura del decreto de la Santa Sede con el que se elevó el Santuario Mariano de Caacupé a la categoría de Basílica Menor con todos sus derechos y concesiones. Igualmente, el segundo gesto fue la consagración del Paraguay a la Santísima Virgen de los Milagros de Caacupé, que realizó el mismo Francisco ante la imagen de la Madre de Dios y en presencia de los miles de fieles congregados a las afueras de la nueva basílica.

"Cómo no reconocer que este santuario es parte vital del pueblo paraguayo, de ustedes", había dicho el Papa en la histórica homilía que ofició en Caacupé ese histórico día. Y cómo olvidar la última parte de su homilía: "Dios bendiga ese tesón, Dios bendiga y aliente su fe, Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América".

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