Ni bien culminaron las celebraciones centrales por la festividad de la Vírgen de Caacupé, los miles de peregrinos que pese a la lluvia llegaron hasta el santuario, comenzaron hacia las 8 de ésta mañana una verdadera odisea para encontrar un colectivo que los retorne a sus hogares.
Cuadras abajo de la Basílica, las filas de gente a la vera del camino comenzaron a ser incesantes, todos haciendo ademán de "pare" a los buses de diversas empresas que salían de la terminal hacia la capital.
Pero ese intento se volvió tortuoso para mucho al ver que la mayoría de los colectivos ya estaban llenos al tope, por lo que no tenían ya chance de ir ni en la estribera.
Entonces la caminata se retomó a la vuelta, pero ya no para pagar la promesa a la Vírgen, sino para llegar a un punto donde los buses comienzan a subir pasajeros, que es dos cuadras abajo de la Basílica.
Ykua
Antes de emprender el retorno, un sitio obligado por donde pasar es el Tupasy Ykua, para llevar un poco de agua bendita del sitio. En éste lugar también se repitió, como cada año, la batalla por llegar primero a alguno de los grifos expendedores del vital líquido.
Además de la venta de pilotines, paraguas y bolsas de hule negro, los comerciantes también vendieron muchas botellas para el agua bendita que los fieles siempre quieren llevar a casa.