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Han habido muchas oscilaciones en los mercados financieros desde la elección de Estados Unidos el 8 de noviembre. El peso mexicano ha caído frente al dólar, reflejando las preocupaciones por las tendencias proteccionistas de Donald Trump. Los precios de los bonos a 10 años se han tambaleado conforme los inversionistas toman en cuenta la probabilidad de un endeudamiento gubernamental mucho más alto.
Un movimiento particularmente asombroso ha sido un aumento en los precios accionarios de las pequeñas empresas. El índice Russell 2000 de compañías pequeñas estadounidenses aumentó en 12 por ciento, comparado con un ascenso del 3 por ciento para el índice S&P 500 de gigantes multinacionales.
Las pequeñas empresas son la columna vertebral de la economía de Estados Unidos, empleando a la mitad de la fuerza laboral del sector privado, pero han tenido una mala década. El índice Russell se había rezagado en el mercado accionario hasta la elección. Los 28 millones de pequeñas empresas del país, la mayoría de ellas no cotizadas en mercados bursátiles, nunca se han recuperado totalmente de la crisis financiera del 2008. Para octubre, la confianza aún no había regresado al nivel del 2006, según un índice de optimismo que se basa en sondeos realizados por la Federación Nacional de Negocios Independientes, un grupo cabildero.
Las compañías gigantescas, mientras tanto, han estado desempeñando un papel más grande: dos tercios de todas las industrias se han concentrado más desde los años 90.
Trump sabe una o dos cosas sobre las pequeñas empresas en apuros, porque dirige una. La Trump Organization se clasificaría a medio camino en el Russell 2000 por el tamaño de sus ingresos si cotizara en bolsa.
Sin embargo, hay tres razones más sustanciales por las cuales su gobierno pudiera ayudar a las pequeñas empresas.
Primero están los impuestos. Las compañías rentables en el Russell 2000 pagan una tasa de 28 por ciento de sus ingresos totales, según Barclays, un banco. Las grandes multinacionales son hábiles para pagar tasas más bajas, principalmente acumulando sus utilidades en el extranjero. El plan de Trump para reducir la tasa corporativa de la tasa de referencia actual de 35 por ciento a 15 por ciento ayudaría desproporcionadamente a las pequeñas empresas. Las grandes compañías, mientras tanto, podrían registrar ventas exteriores más bajas debido al dólar fuerte.
Segundo, el plan para abolir la Ley de Atención Médica Asequible del presidente Barack Obama y para aligerar la regulación en general probablemente complacerá a los dueños de las pequeñas empresas. Ellos clasifican al seguro de salud y el papeleo burocrático como sus dos preocupaciones más apremiantes.
Por último, el gobierno de Trump probablemente también relajará las regulaciones sobre los bancos locales que típicamente ofrecen crédito a las empresas más pequeñas.
Un renacimiento de la confianza entre los millones de pequeñas empresas que ya existen estimularía en gran medida a Estados Unidos. La verdadera prueba, sin embargo, es si se establecen más empresas nuevas. La tasa neta de creación de empresas ha caído gradualmente a su nivel más bajo desde los años 70. Entre las razones están una creciente carga de regulación y la dificultad para igualar el poder de compra y la capacidad de fijación de precios de gigantes como Wal-Mart.
Si, durante los próximos cuatro años, el gobierno se las arregla para revertir esta tendencia, habrá dado un gran paso hacia el restablecimiento del dinamismo que hizo grande a la economía de Estados Unidos.