"Cuando visité el Santuario de Lourdes (Francia), en vez de rezar, renuncié al mal y rompí a llorar por más de 20 minutos", dijo.

En estos días crece el fervor mariano por la proximidad de la fiesta de la Inmaculada Concepción de María. Muchos cristianos católicos aprovechan la festividad para un reencuentro con la madre María en la Basílica de Caacupé y salen regocijados al retomar el camino espiritual que perdieron detrás de las metas terrenales.

Marcelo Torcida, un conocido empresario y director de cine, nos relató su historia, en la que cuenta el camino que recorrió para llenar el vacío que sentía, pese a que fue un destacado deportista en la juventud y más tarde un exitoso emprendedor.

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El camino para lograr sus metas personales lo fue alejando de la espiritualidad hasta el punto de colapsar debido al estrés, ya que no podría "permitirse errar y vivía pretendiendo que lo tenía todo controlado", rememoró.

El hecho de tratar de controlar todo e ir alejándose de Dios le pasó la factura con creces a Marcelo. A través

del rosario conoció a la Virgen.[/caption]

"Terminé colapsado. Después de muchos años de tratamiento me fue cada vez peor. Me olvidé de Dios. Pero tenía la semilla puesta de la espiritualidad de cuando era un mitã'i (niño), que en un momento dado, dentro de ese egoísmo enorme, en medio de ese colapso, una madrugada lo único que me salió es ir a donde estaba el crucifijo, me postré, abrí mis brazos en cruz y allí dije solamente esto: 'A donde vos quieras y como vos quieras, pero te pido socorro' y me quedé allí", recordó Marcelo.

Tras esta sencilla oración, sucedieron cosas extraordinarias en su vida, que fue cambiando lentamente, gracias a la apertura que él tuvo. "Hubo una apertura real en mí y fue por eso que tuve la experiencia de Dios". Añadió que tras esto, conoció a la Virgen María, en el momento en que comenzó a retirar los fármacos que venía consumiendo por más de 10 años.

"Como tardaba en conciliar el sueño, tenía momentos de ansiedad, introduje el rosario en mi vida. Yo pensaba que esta era una oración de las viejas antes de la misa. Pero fue el arma más poderosa para combatir los desvíos del estado de ánimo", dijo.

Tras esta nueva experiencia con el rosario, Marcelo aprovechó sus viajes de trabajo por el mundo para visitar los principales santuarios marianos. Así llegó a Fátima, Lourdes y otros. "Luego de esta experiencia dije: 'voy a visitar a la Virgen', porque cuando eso no era devoto de la Virgen de Caacupé. Pero luego de agarrar el rosario, no la dejé nunca más, porque ya me sujeté de la mano de ella", aseveró.

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