Por Laura Ramos

Directora del Club de Ejecutivos

Hace unos días la viceministra de Economía, Lea Giménez, explicaba los cambios que se generarán para reducir la deducción en el impuesto a la renta personal. Inicialmente, el discurso era que los que ganan más, deben pagar más, pero luego de varias aclaraciones se sentó postura que estos cambios afectarán de igual manera a los más de 40.000 inscriptos en este tributo.

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Y cuáles son las modificaciones que tendremos a partir del 2017? Pues estas, a grandes rasgo, están exclusivamente destinadas a reducir las deducciones que los contribuyentes gastaron genuinamente en el exterior o en un tope a la deducción de donaciones, o así también en las inversiones en inmuebles. Lastimosamente estas medidas tienen un fin exclusivamente de recaudación, no así de formalización de la economía como era el objetivo principal de dicho impuesto. Puesto que en el 2012, cuando entro en vigencia, se buscaba cerrar el círculo de la informalidad y de la evasión, ahora se busca que los pocos que están dentro de la formalidad tengan una mayor presión tributaria.

Por un lado, los contribuyentes estamos cada vez más limitados a pagar una mayor proporción de nuestros ingresos en impuestos y por otro lado, vemos cómo no se altera la situación de la mayoría de la población fuera del ámbito legal y de la formalidad. Que se siga utilizando siempre al mismo sector formal para aumentar la recaudación y no se persiga con el mismo entusiasmo e ímpetu a los que están fuera de la ley, desanima a los que pagamos las cuentas de la fiesta.

Muy por el contrario, todas estas medidas de aumentar la presión sobre unos pocos, generará a la larga, que ese grupo se reduzca aún más. Si bien, el gobierno tiene un desafío enorme, con los recortes que está sufriendo en el presupuesto 2017, donde hasta este momento no tendrá recursos para pagar las obligaciones ya contraídas a partir de junio del próximo año, es poco probable que con estas medidas pueda solucionar los descalces políticos que está sorteando.

Creo que el Ministerio de Hacienda debería aliarse con los empresarios formales, y perseguir a los informales, en vez de seguir asfixiando a los pocos que trabajan de manera limpia y transparente.

Muy diferente sería que se dejen de teñir con colores de uno u otro movimiento, y poner objetivos que todos los empresarios dentro de la ley tenemos como meta, como la formalización y reducción de la evasión fiscal, disminuir la competencia desleal entre otros, los cuales afectan gravemente a la vez al comercio y permiten que no podamos salir de este círculo vicioso donde estamos empantanados.

Se sigue exigiendo eficiencia y calidad para desarrollar la economía, pero con políticas exclusivamente recaudatorias para unos pocos. Debemos de girar el timón de la informalidad necesariamente para poder romper el círculo vicioso con el que se viene conviviendo hace tiempo, y dar un respiro a los pulmones de la economía formal, dejando fuera de ventaja a los de los empresarios informales y así iniciar un proceso de saneamiento en la economía paraguaya.

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