Cientos de familias del departamento de San Pedro accedieron por primera vez a una vivienda digna. La entrega de llaves se hizo en la última semana y La Nación conversó con los nuevos dueños, quienes proyectan ahora una nueva vida a partir de la casa propia.
Ceferino dice que lo que le falta ahora a la ciudad de Yrybucuá, donde está ubicado el ex asentamiento Vy'a Renda, en el departamento de Concepción, es una fábrica para industrializar la producción de las plantaciones de la zona. Lo que antes era un asentamiento, hoy es un barrio que alberga a pequeños productores que fueron beneficiados con el programa "Sembrando Oportunidades", que además de brindarles una casa, también les asiste con planes de capacitación y provisión de semillas. Es un paso muy importante, pero todavía insuficiente para una región como San Pedro, olvidada en el tiempo.
San Pedro es considerado uno de los departamentos con la tierra más fértil para la producción agrícola, pero paradójicamente, es una de las localidades más pobres del país, según datos de la propia Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC). En este departamento, ubicado a unos 230 kilómetros de Asunción, el índice de pobreza llega al 44%, ubicándose en el segundo lugar detrás de Caazapá (47%) en la triste nómina. Sin embargo, hoy, alrededor de 500 familias sampedranas tienen la posibilidad de acceder a una vida más digna a partir de la casa propia. El proyecto se inició hace un par de años con la Secretaría Nacional de la Vivienda (Senavitat) y encontró financiamiento con recursos propios de la institución y de entidades binacionales.
Ceferino Benítez lleva viviendo 30 años en lo que anteriormente era el asentamiento Vy'a Renda. Recuerda que en las primeras épocas llegaba caminando a la zona desde Santaní, por lo que tenía que recorrer cerca de 50 kilómetros a pie, que es la distancia que separa a San Estanislao del distrito de Ybyrucuá. Dice que en esa época no había rutas y tenía que ir caminando por maltrechas picadas de arena, aspirando el polvo de la tierra roja. "Cuando cayó Stroessner definitivamente nos mudamos hacia acá con mi señora. Fue una época difícil, cuando esto apenas era un asentamiento. El asentamiento Vy'a Renda", señala Ceferino, con una mueca de sonrisa.
Ceferino recibe a La Nación en el corredor de su antigua casa, una construcción de madera que sirvió durante años para formar su hogar con Andresa González, madre de sus 7 hijos. Allí, con un tereré fresco que se sirve desde una jarra de aluminio, Ceferino dice que a partir de la nueva vivienda –que fue construida al lado mismo de su casita de madera– hoy tienen la posibilidad de pensar en darle una condición de vida más digna a sus nietos y la única hija que todavía vive con ellos. "Hace demasiado calor algunas veces, pero ahora con la casa y con un ventilador podemos estar mejor", expresa Ceferino. Dentro del proyecto Vy'a Renda, Senavitat construyó unas 100 casas prefabricadas –de producción nacional– en la categoría de viviendas económicas. El plan contempla además el acompañamiento técnico de lo que hacen todos en la zona; el trabajo en la chacra.
Ceferino es dueño de unas cinco hectáreas, donde planta maíz, sésamo, mandioca, sandía, además de hortalizas. "Me dieron bolsas de maíz que planto en mi terreno para poder darles de comer a mis animales. Tengo cerdos y cerca de 10 vacas. Esto más las gallinas sirven muchas veces cuando la situación está fea", dice don Ceferino, quien se muestra realmente contento con la visita a su lugar de trabajo.
En la chacra, donde Ceferino se siente realmente cómodo, sigue contando sobre su jornada diaria. Se despierta antes de las 5 AM, procede a trabajar la tierra hasta cerca de las 10 AM. Después descansa un poco, para luego atender a sus animales. "Hay que estar al pendiente de todo siempre", añade. Cuenta además que tiene 64 años, pero en su cédula de identidad consta que nació en 1956, por lo que, en los documentos, tiene 60 años. "Pusieron mal la fecha de mi nacimiento y nunca me di cuenta. Hace poco nomás cuando me fui a pelear por el tema del pago a personas de la tercera edad.. me robaron unos años", dice sonriendo, pero luego se pone serio y asegura que tiene que solucionar ese problema.
De los siete hijos de la pareja conformada por Ceferino y Andresa, seis ya no están con ellos. "Todos se fueron para buscar mejor futuro, algunos a Asunción y otros a Buenos Aires, pero nos dejaron sus hijos, como buenos abuelos que somos. El problema acá es que los jóvenes no encuentran mucho para hacer", reflexiona Andresa y Ceferino añade, casi resignado: "La juventud de ahora ya no quiere trabajar en la chacra. Los jóvenes dicen que es muy sacrificado y se gana poco". Por eso, Ceferino insiste en que la zona requiere una fábrica para industrializar los productos que salen de las plantaciones de los pequeños agricultores.
Actualmente, y gracias a la implementación del proyecto "Sembrando Oportunidades", en Vy'a Renda cuentan con un Comité de Productores 8 de Diciembre, que aglutina cerca de 120 familias del lugar. El objetivo es que este comité sea un respaldo para los pequeños productores, de manera que puedan tener fondos a través de proyectos autosustentables. La idea entusiasma a don Ceferino, que a sus 64 o 60 años encuentra motivos para creer que el trabajador paraguayo de tierra adentro también merece la oportunidad de tener una vida más digna.
REGALO DE NAVIDAD
Sentadas en el corredor de su nueva casa, Narcisa Estigarribia no puede ocultar la alegría que siente al ser dueña de una vivienda de material, por primera vez. Los 37 años de su vida vivió en el barrio María Auxiliadora del municipio de 25 de Diciembre de San Pedro, en una vivienda de chapa y madera, en la que cada lluvia hacía imposible soportar la humedad de la casa y el terreno fangoso.
Narcisa Estigarribia tiene 7 hijos y junto a su esposo, Fidelino Mereles, fueron adjudicados para vivir en una de las casas del proyecto Senavitat-EBY, de Guayaibí, San Pedro, que contempla la construcción de 60 viviendas financiadas por el ente Binacional. El proyecto incluyó la transformación del asentamiento en un barrio, con agua potable y energía eléctrica, gracias al programa denominado Yacyretá. Las calles internas tienen un empedrado perfecto, aunque para llegar al lugar hay que ir por un enripiado, anunciaron que en breve también se tendrá empedrada esta vía de acceso.
Narcisa y uno de sus pequeños hijos, Diego, están acompañados por su hermana Petrona Estigarribia y la hijita de ésta, Evelyn. "No puedo creer que yo sea la dueña de una casa así, con dos dormitorios, un patio amplio, parece un sueño, es el mejor regalo de Navidad que puedo darles a mis hijos", dice Narcisa. En principio, el trato con Senavitat es simplemente hacerse cargo de pagar los servicios básicos, como la energía eléctrica, el agua y el retiro de las basuras.
En este proyecto, también el plan es que las familias beneficiadas puedan trabajar cerca de sus casas en lo que están acostumbrados, la plantación. Para tal efecto, el proyecto Sembrando Oportunidades dotó a la comisión central de tractores y semillas, de tal modo que puedan empezar a trabajar ni bien estén instalados en la casa. Narcisa, que todavía no se mudó oficialmente, anuncia que no dejará pasar una semana hasta que pueda traerles a sus hijos, para que puedan soñar tranquilos y cumplir ella así su sueño de verlos dormir bajo un techo seguro.
SOLUCIONAR EL TÍTULO
Para Ana Elizabeth Cabrera, adjudicataria de una de las 105 viviendas del proyecto "Alemán Cué", del distrito de Yrybucuá, es una bendición contar con la casa. Sin embargo, la preocupación que le embarga radica en solucionar el problema de la titulación de esas tierras, ya que hace poco recibieron la noticia de que supuestamente existe una persona que reclama el predio. "Alemán Cué" es un asentamiento de San Pedro donde también "Sembrando Oportunidades" trazó parte de su plan de acción. Doña Ana vive hace 25 años en estas tierras y dice que es la primera vez que sienten que significaban algo para el Estado paraguayo. "Nunca antes nadie nos hizo caso. Acá hay familias trabajadoras que luchan cada día por darle lo mejor a sus hijos, pero no teníamos esperanza porque estábamos solos. Ahora hay lindos proyectos para ayudarnos en lo que sabemos, que es trabajar en la chacra, vamos a ver, ojalá pueda concretarse todo", expresa doña Ana.
Madre de 9 hijos, la mujer dice además que en Senavitat le dijeron que la vivienda es totalmente gratuita y que solamente deberán pagar sus servicios como agua y energía eléctrica. Doña Ana, que tiene 46 años, los ojos verdes y una amabilidad que le salta por los poros, no obstante espera que la titulación de las tierras no se convierta en un problema en el futuro, aunque razona, que si las instituciones como Senavitat hicieron las construcciones de las casas en el lugar, es porque tienen la seguridad jurídica para hacerlo. "Ojalá podamos tener la tranquilidad de decir que esta ya es nuestra casa, y de seguir trabajando en nuestra chacra para darle lo mejor a nuestros hijos", expresa doña Ana.
UNA OPORTUNIDAD DE VIVIR MEJOR
Liz Carolina, hasta hace dos años vivía con su pequeña bebé en el barrio San Francisco, de la zona de Virgen del Rosario, uno de los tantos distritos de San Pedro, donde la pobreza es el denominador común, en una casa de tabla y en un terreno que no era suyo. Liz Carolina trae una llave, ingresa a su casa y cuenta que todavía no se acostumbra a la nueva vivienda, que tiene dos habitaciones, una sala y "baño moderno".
Liz Carolina Alvarenga es madre soltera y tiene 22 años. Junto a su tía, Estadista Cabrera, fue adjudicataria de una de las 42 viviendas del proyecto convenio Senavitat-EBY de Itacurubí del Rosario, cuya inauguración se llevó a cabo el miércoles último. Su pequeña hija se llama Nicol y tiene tres años. Cuando la bebé tenía meses, Liz empezó con los trámites para ser beneficiaria. Recuerda hoy, recostada con sus manos por la puerta de su vivienda, que los papeleos fueron muchos, pero dice que todo valió la pena. "Yo ahora estoy trabajando haciendo limpieza, lo que antes ya hacía, pero esto de saber que mi hija está ahora en una casa de material, con todas las comodidades, es un alegría muy grande", expresa Liz.
Senavitat entregó la semana pasada en San Pedro unas 444 viviendas distribuidas en ocho proyectos de diferentes programas, cada uno con un plan de autogestión para las comunidades. Así, cerca de quinientas familias campesinas, que antes estaban olvidadas, hoy tienen un techo digno en donde proyectar un futuro mejor para ellos y sus hijos, y sobre todo, para que ya no sean olvidados.