Por Christian Pérez

Es una frase inmortalizada del dramaturgo y poeta irlandés, Samuel Beckett, y que se adecua perfectamente a la relación de Cerro Porteño con las competencias internacionales. Es cierto, llegó la 52 (número de veces que se eliminó en las copas), no se pudo romper la maldición de las siete semifinales anteriores, pero esta vez el Ciclón ha fallado mucho mejor. Claro nuevamente fue un fracaso, cientos de miles de cerristas volvieron a experimentar la peor sensación del mundo.

En el análisis simple parece que nada sirvió y la historia fue la misma de siempre, pero no, lo positivo fue mucho más si se piensa en futuro: Cerro ha iniciado un proceso en etapa de consolidación (y aún así llegó a semifinales de un torneo continental), con jugadores de calidad, experiencia y muchos con la jerarquía que siempre le faltó al azulgrana. A ello hay que sumarle un DT que está en "pañales", pero que ha madurado aceleradamente y mostró que tiene pulso en partidos importantes, como lo fue el jueves ante un rival superpoderoso. No le tembló la mano para cambiar de esquema ni de jugadores.

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Otra cosa que el azulgrana recuperó es su mote de "Ciclón". En casa estuvo imbatible, aprendió a jugar con su gente a favor y marcador en contra; en simples palabras: dejó de "cagarse" en momentos difíciles. En años anteriores era impensado remontar series como ante Fénix y Santa Fe (este último, de película).

"En los grandes es una utopía soñar con los procesos, pero Cerro alguna vez deberá resignar tiempo, campeonatos y tener paciencia (ir contra el populismo) para llegar a algo grande".

Bueno, la Copa ya es historia ¿y ahora qué se hace? "Ojalá que no se corte el proceso, queremos nuestra revancha", fue la respuesta que me dio un jugador el día después de la eliminación en Medellín. En los grandes es una utopía soñar con los procesos, pero Cerro alguna vez deberá resignar tiempo, campeonatos y tener paciencia (ir contra el populismo) para llegar a algo grande.

Nadie garantiza que continuando un mismo camino se llegará a la meta, pero varios ejemplos indican que a la larga, esa paciencia tiene frutos. Basta con mirar atrás algunos ejemplos: la "U" de Chile de Sampaoli, el Lanús de Barros Schelotto, el River Plate de Gallardo y el Atlético Nacional de Osorio, que prosiguió con Rueda y el modesto Chapecoense.

Haciendo un paralelismo simple. Cuando ganó la Libertadores este año, Atlético Nacional tuvo a siete sobrevivientes de aquel equipo que "fracasó" ante River Plate en la final de la Sudamericana 2014. Y la otra cara de la moneda: En Cerro solo queda Júnior Alonso del once base del 2014 y apenas sobreviven tres que disputaron el último juego de la Libertadores 2015.

Es imposible retener al plantel completo; es casi seguro que tendrán que irse valores como Domínguez, Colmán, Alonso, pero el gran error sería desmantelar un equipo en etapa de consolidación.

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