Paul Mozur

HONG KONG.

Una compañía china está estableciendo un raro y potencial enfrentamiento con el gobierno estadounidense sobre un acuerdo para comprar una firma de alta tecnología que los Estados Unidos dice podría afectar su seguridad nacional.

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El enfrentamiento envuelva a Aixtron, una firma alemana de semiconductores que está siendo adquirida por una compañía china: Fujian Grand Chip. En un comunicado, el viernes, Aixtron dijo que un panel de seguridad estadounidense que asesora a la Casa Blanca en asuntos internacionales había recomendado que las dos partes abandonaran su plan, citando preocupaciones de seguridad nacional no especificadas.

Normalmente, una recomendación como esa sería suficiente para persuadir a las compañías para abandonar sus planes. Pero en una declaración, Aixtron lo anunció y el demandante chino haría efectivamente algo fuera de lo común: apelarían al presidente Barack Obama directamente para aprobar el acuerdo.

Las compañías chinas y alemanas "planean seguir participando activamente en más discusiones para explorar medios de mitigación que resulten aceptables" a la Casa Blanca y al panel de seguridad estadounidense, según la declaración de Aixtron.

Obama tiene 15 días para decidir el destino del acuerdo, aunque lo más probable es que Obama lo deje sin efecto dado que los presidentes suelen seguir las recomendaciones del panel. Si el acuerdo es frustrado, enviaría el mensaje de que Estados Unidos seguirá escudriñando cuidadosamente negociaciones similares y puede actuar rápidamente para anularlos por razones de seguridad nacional.

El movimiento inusual ciertamente pone en relieve las crecientes tensiones entre los Estados Unidos y China sobre las ambiciones de este último país para convertirse en una potencia en microchips. Aunque China ha hecho avances importantes en tecnología y computadoras en los últimos años, su industria de chips está en la infancia y todavía depende de compañías extranjeras para los chips que alimentan sistemas sensibles.

La medida también encenderá una luz de alerta en el panel de seguridad que recomendó no llevar a cabo el acuerdo. El panel –llamado el Comité de Inversión Extranjera en los Estados Unidos, y comúnmente conocido como Cfius– ha estado cada vez más en desacuerdo con un expansivo esfuerzo chino para gastar miles de millones de dólares en adquisición de empresas extranjeras de alta tecnología.

El panel está compuesto por representantes de los principales departamentos y entidades de inteligencia como la agencia Commerce and Justice y la propia CIA. El propio Cfius tiene el poder de revisar cualquier acuerdo que pueda afectar a la seguridad nacional estadounidense, ya sea para proponer maneras de mitigar ese impacto o recomendar al presidente el bloqueo del acuerdo.

Si bien el acuerdo de Aixtron no involucra a una compañía estadounidense, Aixtron sí hace considerables negocios en los Estados Unidos, y la falta de aprobación estadounidense cerraría sus negocios en ese país.

Beijing ya dejó en claro sus intenciones de alcanzar al resto del mundo en el rubro de los semiconductores. Ha gastado enormemente para ayudar a financiar los esfuerzos de empresas privadas chinas y los campeones nacionales estatales para adquirir empresas extranjeras que hacen microchips, el cerebro de todo, desde supercomputadoras, teléfonos inteligentes y misiles teledirigidos.

Pero las revisiones o preocupaciones de Cfius sobre estas cuestiones han descarrilado una serie de propuestas de adquisiciones chinas de fabricantes de chips en todo el mundo. A principios de este año, un grupo de inversionistas chinos abandonó los planes de gastar US$ 2,9 mil millones en una participación mayoritaria en un negocio propiedad de Philips, en los Países Bajos, después de que Cfius señalara que la compañía se especializaba en un clave material para la fabricación de semiconductores.

En el caso de Aixtron, las compañías están pidiendo a Obama para él que decida directamente, una jugada que se ha hecho solo dos veces antes. En 1990, el presidente George H.W. Bush canceló la venta de una compañía de aviación a los ofertantes chinos. En el 2012, el presidente Obama forzó a una firma china a desprenderse de un proyecto eólico que se consideraba demasiado cercano a una instalación de la Marina en Oregón.

La continuación de la saga Aixtron es todo un caso de estudio de lo difícil que puede ser el seguimiento de las inversiones chinas que son privadas, pero de propiedad estatal china.

En octubre, el The New York Times destacó que un cliente chino que abandonó una gran cantidad de pedidos, a su vez derrumbando las acciones de Aixtron, tenía una relación con el comprador, Fujian Grand Chip, a través de fondos de inversión del gobierno.

La conexión no indica mala práctica, sino que ilustra las líneas borrosas entre la política industrial china y la constelación de compañías privadas pero apoyadas por el Estado chino y a las cuales se les encomendó adquirir nuevas capacidades tecnológicas para China.

En otra arista y en un movimiento sorpresivo el mes pasado, las autoridades alemanas retiraron la aprobación para la mencionada adquisición sin especificar una razón.

Debido a que las decisiones de Cfius se consideran confidenciales, el regulador no dijo cuáles eran sus preocupaciones con la operación. Una posibilidad es la posición líder de Aixtron en la fabricación de tecnología que manufactura chips basados en un avanzado material semiconductor llamado nitruro de galio.

La tecnología ha sido utilizada en artefactos tan mundanos como los reproductores de discos Blu-ray, pero su resistencia al calor y a la radiación le dan una serie de aplicaciones militares y espaciales. Además, chips basados en esa tecnología se utilizan en los radares de misiles antibalísticos y en un sistema de radar de la Fuerza Aérea, llamado Space Fence, que se utiliza para el seguimiento de los desechos espaciales. La recomendación de Cfius contra el acuerdo de Philips a principios de este año se debió en parte a la participación de ese negocio en el nitruro de galio.

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