Es cierto que tres de los cinco goles del cuadro argentino –el primero, el segundo y el tercero– no debieron subir al marcador (dos por posición adelantada y uno porque en la jugada previa no hubo córner), pero esto dejó al desnudo las falencias de la zona defensiva franjeada y con el dato más preocupante: los dos centrales que arrancaron anoche y más errores cometieron (Leguizamón y Mencia) son los que van a terminar jugando el campeonato tras la lesión de Rolin.
Lo que no hizo Leguizamón para el gol de River, lo hizo para el gol de Olimpia. Tras el centro cerrado de William Mendieta, corrió al primer palo arrastrando la marca de tres hombres y eso destapó a Fredy Bareiro para que éste aplique solo el cabezazo en el área chica de Bologna, decretando el 1-1 transitorio.
Ese mismo movimiento (una corrida de cinco metros al frente) tuvo que haber hecho el central tras el envío al área de Mora, para impedir la soledad con la que cabeceó Iván Alonso y abrir el marcador apenas a los cinco minutos del partido.
Más errores de coordinación entre los centrales permitieron que varios centros al área fueran ganados por los delanteros argentinos, que convirtieron cinco, pero le anularon tres, por posición adelantada.
Los tres goles marcados por River en la primera parte de la complementaria desnaturalizaron el juego que tuvo un trámite aburrido a partir de ahí y se llenó de modificaciones por parte de ambos técnicos. Sin lugar a dudas, la preocupación mayor de Olimpia y de Jubero debe ser la floja actuación de sus dos centrales titulares, que fueron superados durante todo el partido por los hombres de la banda roja.