Por Laura Morel

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La Real Academia Española define la palabra "embajador" como la "persona con el mayor rango en el servicio diplomático, que representa ante otros Estados al Estado que lo nombra".

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Roque Santa Cruz nunca fue nombrado embajador del Paraguay. Sí, en 2013, la Secretaría de Turismo lo nominó "Embajador turístico del Paraguay", en reconocimiento a "los logros que ha obtenido a nivel nacional e internacional a lo largo de su carrera futbolística".

Pero el delantero de 35 años, máximo goleador de la Albirroja (32 tantos) y que este martes anunció que se despide de la selección en los partidos ante Perú (jueves, 20:30 hs) y Bolivia (15 de noviembre, en La Paz), nunca necesitó un nombramiento para cumplir con ese rol.

No importa en que lugar del mundo juegue la selección, allí habrán hinchas de Roque. Foto: AFP.[/caption]

Quien haya tenido la oportunidad de verlo en la selección, fuera del país, puede dar cuenta de ello.

Santa Cruz fue siempre el más aclamado por los aficionados albirrojos, el más reconocido por los extranjeros y, principalmente, el más requerido por la prensa deportiva internacional.

No es para menos, independiente a su trayectoria Roque destila sencillez, amabilidad y es capaz de quedarse horas hablando en la "zona mixta" (punto de encuentro entre futbolistas y periodistas), atendiendo a todos y cada uno de los comunicadores.

Santa Cruz y Casillas, tras la eliminación albirroja en Sudáfrica 2010. Foto: Diario El País/Alejandro Ruesga.[/caption]

Sucedió en el Mundial Sudáfrica 2010, cuando tras mucho esperar el bus que trasladaba al plantel de la sede del entrenamiento a la concentración tuvo que partir sin el goleador, que a esas alturas ya había respondido preguntas en inglés, alemán e italiano.

Sí, porque Roque Santa Cruz también es políglota. Entendió que si quería triunfar en el mundo del fútbol no solo debía estar preparado física y técnicamente. Para adaptarse lo más rápido posible a una liga, necesitaba manejar el idioma local.

Así, el goleador se convirtió en embajador.

Durante 17 años lució con orgullo la casaca albirroja, la cual resaltaba en los partidos ante las grandes selecciones cuando Roque intercambiaba abrazos efusivos con las estrellas del fútbol mundial.

Sí, porque esos mismos futbolistas a quienes los aficionados paraguayos idolatran, son los que admiran a Santa Cruz. Su don de gente, su condición de líder positivo en cada plantel que integra, su preparación, lo posicionaron en un lugar que tal vez hoy el aficionado paraguayo no dimensione, o no quiera hacerlo porque lo identifica con una sola camiseta.

Pero Roque Santa Cruz es más que una camiseta, es una bandera. La que defenderá por última vez este jueves en el Defensores, allí donde te hizo gritar con alma y vida los goles a Brasil y Argentina. Allí donde espera verte para decirte "Gracias", sin pedirte nada a cambio.

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