Washington, EEUU. AFP.
Esta región del mundo con una población de más de 600 millones de personas y que posee lazos históricos y comerciales con EEUU fue prácticamente ignorada en la campaña, con la notable excepción de los exabruptos de Donald Trump.
En determinados momentos, especialmente en los debates, el candidato republicano y su rival, Hillary Clinton, hablaron hasta el cansancio sobre la catástrofe en Siria, el futuro de Irak, las relaciones entre israelíes y palestinos o qué hacer con Rusia o Irán.
Pero la crítica situación humanitaria en Haití, el éxodo migratorio centroamericano, la consolidación de un proceso de paz en Colombia, la interminable crisis política en Venezuela, la inestabilidad de Brasil o la proximidad con el nuevo gobierno en Argentina fueron temas siquiera mencionados por Trump o Clinton.
Solo México consiguió un lugar privilegiado en la campaña, y de la peor forma. Trump lanzó su candidatura dictando el tono de su postura sobre los inmigrantes, al decir que muchos mexicanos eran "violadores" y que se proponía construir un gigantesco muro en la frontera con México.
Trump también propuso revisar todos los acuerdos comerciales de EEUU -en especial el que mantiene con Canadá y México-, otra declaración que hizo encender luces de alerta en el subcontinente.
Durante un acto en Florida, Trump afirmó que pretende revertir el curso de la política de reaproximación con Cuba, iniciada por el presidente Barack Obama en el 2014, pero su visión política de la región no pasó de eso.
A fines de agosto, el gobierno de México jugó una carta arriesgada al invitar a Trump y Clinton para reuniones, quizá con la esperanza de que la candidata demócrata acepte el reto y que el polémico millonario la rechace.
La apuesta no pudo haber sido más desastrosa: Clinton simplemente ignoró la invitación y Trump terminó ofreciendo una conferencia de prensa junto al presidente Enrique Peña Nieto, como si fuesen dos mandatarios en ejercicio.