Por Carlos Miguel Giménez.

El inhóspito Chaco pudo más que los 400 franceses que vinieron a Villa Hayes, en 1855. Esta colonia no prosperó, pero, en el siguiente centenario, cerca de 30 corrientes migratorias se instalaron en Paraguay, como un nuevo tejido, que enriquecieron su historia con industrias y cultura: Esto retrata el Museo de los Inmigrantes, inaugurado el pasado 23 de agosto, en la planta alta del Centro Cultural de la República El Cabildo (Avenida de la República y Alberdi), y que recibe gratuitamente al público, de lunes a viernes, de 8:00 a 20:00, y sábados, domingos y feriados, de 9:30 a 17:30.

"Los objetos tienen capacidad de contener memoria de lugares, tiempos e identidades. Estos objetos ejercen pequeños santuarios en la memoria, condensan tiempo y espacio, convirtiéndose en artefactos muchas veces sagrados", manifiesta el curador y artista Carlo Spatuzza, conocido también por su labor como director de arte de las películas "Hamaca paraguaya", "7 cajas" o "La última tierra"; quien trabajó los objetos para generar un "flujo de recuerdos", y convirtió al museo en un dinámico y vivo poema de la migración.

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Génova, 2010

"Nos fuimos a Génova detrás de proyectos de turismo, y tuvimos el privilegio de asistir al Museo del Migrante. Quedé impactada por la calidad, la muestra y todo lo que significa ese revivir de la historia de los que van llegando, y lo que emociona al ser humano", contó Margarita Morselli, directora del Cabildo, sobre el origen del proyecto, hace ya seis años. "Luego de esa visita, ya presté atención en otros países a lo que es el museo del migrante, y todos los países que visité tenían prácticamente un museo así. El último, acá en Buenos Aires, en la Universidad 3 de Febrero, donde se hizo una reunión preparatoria para la Bienal; tiene también también todo un edificio. Entonces me pareció indispensable que nuestro país también tenga".

Aquel viaje de Morselli a Italia, en 2010, fue con Liz Crámer, entonces ministra de Turismo; hoy, como presidenta de Fundación Itaú, Crámer apoyó naturalmente la idea: "Cuando se nos acercó la posibilidad de apoyar el Museo del Migrante, por supuesto, ni se discute la necesidad, eso era claro; y a mí me preocupaba el hecho de que este espacio sea tan pequeño para tanta información, tanto que hay para mostrar. Pero siendo que el Cabildo se ha destacado por dar origen a otros museos, como la Casa de la Música, la Casa del Teatro, y demás iniciativas que acá han surgido, tomando más cuerpo, que se independizaron hacia otros espacios. Particularmente yo estoy convencida que este museo, con el interés que va ir despertando cada vez más, va quedar chico, y que va a ser otro de los hijos del Cabildo en alguna otra ubicación".

Exhibición y registro

"Acá han hecho una síntesis muy bien aprovechada del espacio", opinó Crámer. Para ello, hubo 8 meses de trabajo, con un comisión que reunió al Padre José Zanardini, el historiador Martín Romano, el arquitecto Óscar Centurión Frontanilla (ICOM - Consejo Internacional de Museos), entre otros asesores. "La gente se peleaba por traer sus cosas", recordó Spatuzza. "Fuimos haciendo una selección; ubicando los objetos por funcionalidad, no por tiempo, porque para eso tengo la línea de tiempo que me va ir trazando exactamente lo acontecido en la historia".

Efectivamente, en la parte superior de las paredes de las cinco salas que ocupa el museo se extiende dicha referencia. En el primer espacio se entrega el "pasaporte" de visitante, y se puede consultar el origen de los apellidos; y apreciar mapas que describen las corrientes migratorias. La segunda sala aborda el arribo de los inmigrantes: maletas, cartas, fotografías, postales, instrumentos musicales, la biblioteca que trajo Moisés Bertoni, dan la bienvenida, con una nostálgica melodía de Edith Piaf. Un álbum fotográfico de principios del siglo 20 es el objeto más antiguo de la sala.

Las siguientes salas narran la inserción y los aportes de estas comunidades, a través de piezas prestadas por diversas familias e instituciones. "Para nosotros es importante de que este museo tampoco sea un hecho cerrado, todo se puede abrir, se puede cerrar; vamos a seguir reponiendo, seguiremos enriqueciendo o cambiando de acuerdo a lo que nos vayan trayendo", apunta Spatuzza.

Además de la exhibición, el museo también genera un rescate documental: una entrevista a una anciana polaca de Itapúa registra sus recuerdos al llegar a Paraguay hace décadas. Mónica Laneri, asesora periodística del Cabildo, refiere: "La idea es tener con el tiempo el museo virtual, porque resulta que muchas de estas cosas son prestadas y no sabemos si se van a volver a reunir en un mismo espacio. Entonces es la única oportunidad para que esto sea perenne".

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