Por Alex Noguera

Periodista

Los héroes existen en la imaginación de la humanidad desde hace miles de años. De tan viejos, algunos viven en el limbo entre la fantasía y la realidad y todos tienen en común que son grandes guerreros. Algunos de esos notables son Alejandro Magno, a quien la muerte le sorprendió con apenas 32 años, luego de conquistar todo el mundo. O Teseo, quien venció al temible Minotauro, o Hércules.

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Otros diestros artistas de la guerra fueron dos que alcanzaron el rango de semidioses y que cruzaron sus aceros (en realidad sus bronces) frente a las murallas de Troya, Héctor y Aquiles.

Para todos ellos, hace 120 años la historia dibujó una línea de un antes y un después. Fue el domingo 25 de octubre de 1896, cuando en The New York Journal se publicaba el primer cómic llamado The Yellow Kid, creado por Richard Felton. A partir de entonces, los héroes fueron atrapados en pequeños recuadritos y de la historia pasaron a la historieta.

Los semidioses evolucionaron y adquirieron poderes fantásticos. El primer héroe moderno, fruto de la mente de Édgar Rice Burroughs, fue Tarzán, quien salió a la luz también en octubre, pero de 1912, es decir, 16 años después del niño amarillo.

Nuestro amigo de la jungla con taparrabos no tuvo que esperar ni un cuarto de siglo para que Lee Falk vistiera al siguiente personaje de manera decente, con traje ceñido al cuerpo que destacaba su musculatura pero sin que descubriera un solo cabello, pues por primera vez un defensor del bien llevaba puesto un antifaz para no ser reconocido.

Este personaje calzaba dos pistolas al cinto y vivía en una cueva en forma de calavera. Era El Fantasma, considerado como el precursor estético de los cómics, que debutaba en 1936.

Dos años después nació el primer superhéroe de la historia: Superman. Por primera vez, un hombre (no humano) podía volar sin alas, tenía fuerza y velocidad exponencial, una visión con triple virtud con la que podía ver muy lejos, rayos X y capacidad calorífica, capaz de derretir metales. Y pensar que sus creadores, Jerry Siegel y Joe Shuster, vendieron la historia por apenas 130 dólares.

Kal-El, Clark Kent o simplemente Superman abrió la puerta de la imaginación para cientos de héroes con súperpoderes como Flash, Tornado Rojo, Shazam, Thor, el Hombre Araña, Silver Surfer, Los 4 Fantásticos o Hulk. Y otros sin capacidades mágicas, pero sí excepcionales como Capitán América o Flecha Verde y hasta los sobresalientes gracias a la tecnología, como Batman, Linterna Verde, La Mujer Maravilla, o Iron Man.

Pecaríamos de injustos si en esta lista solo citáramos a los que lucen uniformes vistosos y no a otro tipo de héroes modernos, como el 007, James Bond, quien a pesar de no llevar un atuendo característico, nadie duda de su buen gusto por los trajes de marca.

Otro súper agente destacado que dieron los guiones televisivos fue Maxwell Smart, conocido como el "86". Pero siguiendo con la línea de las historietas, el agente que sin duda marcó época en la región fue el infalible Pepe Sánchez, creado por la fecunda mente de nuestro compatriota Robin Wood.

Para finalizar, y resaltando a los héroes nacionales, hace unos días la sociedad paraguaya dio la bienvenida al más nuevo de todos. A pesar de no tener súperpoderes, sin ser Robocop, Gaspar Mereles Fernández, munido de su gastado uniforme policial de la Comisaría 4ta de Lambaré, enfrentó al temible y más actual enemigo: el "motochorro".

Mereles ni siquiera tenía móvil, así que para la persecución pidió prestada una moto al primer conductor que pasó cerca y a pesar del riesgo ni siquiera disparó su arma. Enfrentó al asaltante que tenía un puñal, lo desarmó y lo capturó sin que hubiera heridos.

En este tiempo en que escuchamos de gatillos fáciles, de policías extorsionadores y coimeros y otros que hacen la vista gorda, saber de un uniformado que arriesga la vida respetando la ajena es algo que hay que resaltar.

Los héroes existen en la imaginación de la humanidad desde hace miles de años. Son una necesidad porque en ellos la sociedad encuentra esperanza en medio de la desazón. Por eso, cada vez que nace uno nuevo, como el comisario Mereles, los simples ciudadanos se sienten un poquito menos inseguros.

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