© 2016 The Economist Newspaper Ltd., Londres. Todos los derechos reservados. Reproducido con permiso.

"Un verdadero triunfo del progreso sobre el pasado", afirmó el rey Abdullah, alardeando acerca de las elecciones de Jordania desde el podio de las Naciones Unidas, en Nueva York, el pasado 20 de septiembre, el día que su reino fue a las urnas.

Sin embargo, muchos jordanos pensaron lo contrario. A pesar de una campaña de información pública implacable y de la participación de la pro islamista Hermandad Musulmana –por primera vez en nueve años–, la participación cayó a un triste 37%, por debajo del 56% en la elección anterior. En algunas partes de Amman, la capital de Jordania, apenas una de cada cinco personas habilitadas para votar se tomaron el trabajo de ir a votar.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

La baja participación es una señal de que muchas personas vieron las elecciones como una pérdida de tiempo. El rey volvió a nombrar con rapidez al mismo gabinete, con solo unos pocos cambios menores, y desde entonces procedió a atropellar a través de una serie de decretos. Las inteligentes, pero impopulares decisiones, de comprar gas natural de Israel y de reformar el plan de estudios mediante la eliminación de problemáticos versos del Corán fueron establecidas mediante decretos.

Desde que fue influenciada por Gran Bretaña, después de la Primera Guerra Mundial, Jordania fue como un puesto de avanzada pro occidental y un contenedor para mantener a raya a sus vecinos petulantes. A medida que va cambiando de un país con desiertos vacíos transitados por beduinos hacia un Estado árabe poblado, el reino está mostrando signos de tensión. Económica y políticamente está luchando para hacer esta transición, dicen los críticos. "La pequeña y valiente Jordania" está adquiriendo algunos de los atributos de los regímenes autoritarios que lo rodean en todas las direcciones.

En ausencia de una oposición creíble, los jordanos están empezando a buscar formas menos aceptadas para hacer valer sus voces. En todo el reino, manifestantes salieron a las calles para denunciar la reforma educativa y el mencionado acuerdo de compra de gas, a pesar de una fuerte presencia policial. El 9 de octubre estallaron disturbios en Quwaismeh, un barrio de Ammán, tras una serie de redadas policiales.

Con la Hermandad Musulmana, un movimiento históricamente pro islamista monárquico de Jordania, ampliamente visto como obediente, aunque dividido, hay indicios de que los agraviados están encontrando alternativas más extremas. Banderas del Estado Islámico en Irak y Siria han sido vistas ondeando en Salt, una antigua ciudad comercial al oeste de Amman.

La tranquilidad del reino se ve amenazada también de otras maneras. El índice de criminalidad está en franco aumento. A finales de septiembre, un conocido periodista, Nahid Hattar, fue asesinado a balazos en las escalinatas de la Corte de Amman antes de una audiencia por cargos de blasfemia. El homicida era un funcionario del Ministerio de Educación. En las zonas rurales, donde las elecciones se disputan ferozmente como espectáculos tribales de fuerza, los perdedores bloquearon rutas y se enfrentaron con la policía.

"Las urnas fueron robadas", dijo Hind al Fayez, una candidata que acusó al ministro del Interior de corrupción y luego perdió su postulación para la reelección. "Las urnas fueron llevadas por matones enmascarados bajo la mirada de las fuerzas de seguridad", añadió.

Fayez ha acudido a los tribunales alegando que la votación fue manipulada, pero dijo que, aunque el resultado fuese revertido, ella no ganaría su puesto.

"Los movimientos de la calle tienen más poder que el parlamento", agregó.

Otros políticos desilusionados también están desafiando el sistema. Un ex miembro del parlamento de Tafila, en el sur de Jordania, está una vez más tratando de registrar un nuevo partido reivindicando una verdadera monarquía constitucional. Marwan Muasher, un ministro de Exteriores otrora leal, puso en marcha una campaña por los derechos de los ciudadanos.

Los benefactores occidentales de Jordania restan importancia a los disturbios. "Son pequeños focos de tensión", señaló un diplomático.

Sin embargo, otros se preguntan si, tras cuatro años de administrar con éxito la turbulencia de la primavera árabe, el país ahora tambalea.

Las dificultades económicas acompañaron a la tensión política. El crecimiento cayó a menos del 2%. La deuda pública dio un salto a 93% del PIB desde la primavera árabe. Un nuevo brote de aumentos de impuestos y de precios en servicios y productos esenciales como el agua y el pan están en el horizonte, como parte de un acuerdo para un préstamo del Fondo Monetario Internacional. Una gran afluencia de refugiados de Siria aumenta la batalla por el empleo y los recursos.

Los problemas económicos en los ricos estados del Golfo Pérsico, especialmente en Arabia Saudita, sugieren que lo peor podría estar llegando. La ayuda financiera, el turismo, la inversión y las remesas, solo esta última representando el 14% del PIB, sufrieron todas marcadas caídas.

"La economía se basa en la ayuda exterior", comentó el ex ministro de Economía, Samer Tawil. "No podemos prosperar sin ella", admitió.

Años de subidas de precios y recortes en los subsidios afectaron también a la alguna vez cómoda clase media del reino. Amman, donde vive casi la mitad de los 9 millones de habitantes del país, es la capital más cara del mundo árabe, pero los salarios son los más bajos. Asimismo, los recortes a los servicios de educación y salud alimentan el descontento.

El espectro de un monarca amigable bajo presión indujo durante mucho tiempo a los amigos de afuera a desembolsar efectivo para Jordania. Sin embargo, a pesar de toda su inclinación hacia Occidente, el reino sigue siendo profundamente conservador. Comparado con Arabia Saudita, en Jordania mujeres están trabajando. El asesino de Hattar pudo haber sido un lobo solitario, pero las redes sociales estaban llenas de apoyo hacia él. Miles de jordanos están librando la yihad en el extranjero y un día podrían volver y librarla en casa.

Los jordanos sentían que la tormenta regional ya había pasado. Ahora están inquietos otra vez sobre si sus fronteras son lo suficientemente fuertes y sobre qué grado de apoyo podrían conseguir internamente los yihadistas si logran entrar al reino.

Dejanos tu comentario