Por Richard E. Ferreira-Candia
Periodista, analista y docente
@RFerreiraC
Históricamente la lucha por el poder ha enfrentado al hombre. De hecho, el mismo ser humano se enfrenta diariamente para alzarse con el poder, hasta en los más mínimos detalles. Es que en cosas cotidianas existe, indefectiblemente, una lucha de poder (de decisión, por ejemplo). Es así que, desde luego en un sentido mucho menos conflictivo que en otros niveles, se registran "batallas" o "guerras" en la familia para definir qué hacer un fin de semana.
Le habrá pasado a más de uno, entre otros casos, determinar, por ejemplo, sobre si ir al cine o a la cancha, dependiendo del interés de cada uno. Es un enorme conflicto. Las dos son muy buenas opciones, pero naturalmente hay posiciones que generan una especie de "guerra".
Están los que quieren ir al cine y los que prefieren la cancha. Logrará vencer el que despliegue una mejor estrategia. Ya Sun Tzu, en "El arte de la guerra", describía que la estrategia es fundamental para ganar una batalla, y entre algunas de ellas mencionaba "tomar la iniciativa" y "llegar primero al centro de la batalla". No garantiza una victoria, pero al menos da mayores opciones de salir airoso.
Toda guerra tiene un vencedor y un vencido. Y las derrotas, en todos los ámbitos, generan contusiones. Naturalmente, en medio de ese "enfrentamiento" hay disgustos y discusiones de diferentes niveles. Pero si la salida es el consenso, dicen, no habrá derrotados ni vencidos, aunque esa teoría es como un bálsamo usado principalmente por los que se ven derrotados, sin pena ni gloria. Es imposible ir al mismo tiempo al cine y a la cancha.
Con el comandante conversábamos sobre la lucha de poder en situaciones cotidianas, pero que se registran también en la gran escena de combate del poder: la política.
Cuando llegué al Café Literario estaba sentado en el altillo, con su café negro, sin azúcar, leyendo a Sun Tzu.
-Llegué a hora -le dije; -menos mal, respondió sonriendo.
Había salido temprano, como me recomendó la semana anterior, para no llegar tarde y así evitar un nuevo cuestionamiento.
-No te fuiste a la cancha, sonrió. -No. Perdí la batalla. Llegué tarde; me madrugaron, respondí. -A otra cosa, le dije.
Hablamos del gran enfrentamiento que se da en este momento en el escenario político sobre un tema que no es nuevo, pero que se recicla indefectiblemente cada segundo o tercer año del mandato presidencial: la reelección; la reelección del que, en ese momento, está en el poder.
Recordamos que en un anterior encuentro habíamos coincidido en que esta discusión no logró hasta hoy un consenso y más bien ha generado innumerables enfrentamientos políticos antes que análisis profundos sobre si es necesaria o no la figura, independientemente de quién esté en Palacio de López.
-A esta altura está de más recordar que todos los que llegaron al poder en algún momento intentaron erróneamente buscar un camino corto que los lleve a un segundo mandato. Plantearon/llegaron tarde, o se equivocaron de estrategia, dijo el comandante.
Tomó un poco de café y del libro sacó un papel blanco con apuntes. Generalmente, escribe en una hoja algunas frases que considera interesantes de un libro y la deja dentro, para consultas de páginas. Muy práctico.
Compartió algunas de sus anotaciones: "El triunfo rápido es el principal objetivo cuando se lleva adelante una batalla", "lo más importante de una guerra es desarrollar velozmente los combates, sin necesidad de prolongar indefinidamente las batallas", "es mejor siempre tomar la iniciativa" y "es importante llegar primero al centro de batalla".
El libro, utilizado en el mundo político y militar como fuente de inspiración para enfrentar no solo conflictos bélicos, sino también para la adopción de decisiones en el ámbito de la política, nos puede ayudar a interpretar el momento que vivimos. Coincidimos en que se repite la historia y antes que aprender de ella, sobre todo de los errores cometidos, es como que la llevamos atada a nuestro presente; su sombra no nos deja.
-Hay –dijo el comandante– una gran batalla que se definirá probablemente primero en el Congreso, pero, finalmente, en las urnas sea quien fuera el que esté al frente. Los dos bandos, por así denominarlos, quieren actuar rápido.
La disidencia colorada y la oposición –aliadas hoy por hoy– se movieron rápido en el Senado y dieron un gran golpe contra la reelección, pero se abrió otro frente de batalla: Diputados, donde se libra probablemente una épica y daditiva estrategia para lograr votos. Desde ambos lados se tomó la iniciativa: uno para lograr cambiar las reglas de juego, otro para cerrar cualquier vía.
Le recordé que Tzu señalaba, además, que la mejor victoria siempre será la que se gane sin llegar al combate, porque ello permitirá que no se destruya todo. -Es cierto, pero esto ya comenzó hace tiempo; hay una encarnizada batalla política donde cada bando, uso a propósito "bando" por la connotación que se le quiera dar, donde los integrantes de las tropas (algunos indecisos) están tomando posiciones, apuntó.
-Sun Tzu –agregó el comandante– decía que para ganar al enemigo es necesario "lograr quebrar sus alianzas", asegurarse de que "las tropas estén bien alimentadas", y advertía que "el soberano que provoque caos en su propio ejército estará, literalmente, cavándose su propia tumba".
Hizo una pausa, tomó un poco de café, y luego, con mayor énfasis, leyó de nuevo su hoja: "Un conflicto prolongado y sin resolución nunca ha podido conseguir que el país se mantenga en una situación ventajosa". Antes de pedir otro café, y plantear hablar de fútbol, añadió: -La antiquísima descripción sobre "El arte de la guerra", analizada tomando como escena de combate el actual momento político del país, puede ser pura coincidencia; o no. Eso.