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Para la mayoría de los inversionistas, Venezuela parece menos un mercado y más un embrollo. El FMI espera que la producción se contraiga en 10 por ciento este año y la inflación exceda el 700 por ciento. A medida que el valor del bolívar se ha desplomado, las compañías multinacionales han anunciado miles de millones de dólares en depreciaciones.
Durante gran parte de este año, sin embargo, algunos inversionistas valientes han olido una oportunidad. Se han apresurado a comprar bonos emitidos por el gobierno y por la compañía petrolera estatal, Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima.
Han sido recompensados generosamente. Los bonos gubernamentales venezolanos han superado el desempeño de los bonos soberanos de otros mercados emergentes a los que da seguimiento JP Morgan. El gobierno, encabezado por el presidente Nicolás Maduro, se jacta de que nunca ha incumplido un pago de deuda. En realidad, ha dado prioridad al servicio de la deuda sobre otras necesidades urgentes, como importar alimentos. Nicolás Maduro se inclina por no ahuyentar a los acreedores extranjeros tan necesitados por Petróleos de Venezuela SA.
Sin embargo, Venezuela parece cada vez más presionada. Dos grandes pagos de PDVSA, de 1.000 y 2.000 millones de dólares, vencen el 28 de octubre y el 2 de noviembre, respectivamente.
El mes pasado, la compañía propuso un intercambio de bonos para aliviar una inminente crisis de pagos: los inversionistas que poseen bonos de PDVSA que vencen en el 2017, los cuales no están respaldados por una garantía soberana total, los intercambiarían por bonos con vencimiento en el 2020. Esto compraría tiempo a Venezuela, quizá con la esperanza de que aumenten los precios del petróleo.
No hay que ir tan rápido. Incluso las condiciones endulzadas para el intercambio no han atraído a los inversionistas. La compañía petrolera estatal venezolana ha postergado cuatro veces la fecha límite para el intercambio, más recientemente para el 21 de octubre. PDVSA advirtió en un boletín de prensa el 17 de octubre que, si su oferta no es aceptada, "sería difícil" que cumpla sus pagos programados.
Francisco Velasco, de Exotix, una casa de bolsa que se especializa en mercados de frontera, dijo que los inversionistas enfrentan un dilema difícil. Pudieran aceptar un intercambio, con condiciones que son menos que ideales, con la esperanza de que otros inversionistas hagan lo mismo, o pudieran rechazar la oferta de Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima; pero eso haría al incumplimiento de pagos aún más probable.