Por Marcelo A. Pedroza
COACH – mpedroza20@hotmail.com
Es la capacidad de asociación la que habilita posibilidades que se descubren durante su ejercicio. El verbo asociar nos indica su poderío al enunciar que su significado implica unir o juntar. Es una misión inherente a su existencia.
La práctica del mismo requiere la comprensión de su razón de ser. Hay una presencia vital para su concreción, y es ni más ni menos que la del otro. Siempre el otro. La otredad que estimula a dar enviones para vivenciar lo que cada cual se ha propuesto.
Es aquella que nace individualmente pero se materializa colectivamente. Que se experimenta desde lo cotidiano, que no requiere formalismos ni concesiones, que se vive simplemente y que enorgullece silenciosamente a quienes la disfrutan amenamente. En la cultura hacia el otro se consolida la sociedad.
Se pueden establecer vínculos fructíferos cuando quienes se reúnen se disponen a construirlos. Es una fuente constante de crecimiento la que emerge desde la vocación de aglutinarse con los demás y desde esa colectividad influir para alcanzar metas positivas.
Entonces al involucrarse se abren espacios para aportar lo que uno puede entregar. En esa dación los valores se transmiten al participar. Es en el acto donde lo que se posee se conoce. Y se vive conociendo, se vive aprendiendo, y en esas enseñanzas se descubre una y otra vez al prójimo.
Las voces que se expresan en el decir encuentran su destino en el hacer. Y donde hay acción hay una fecunda intención que moviliza y sostiene la perseverante secuencia de los hechos que acontecen. En la vida hay infinidades de asociaciones naturales, en todas las etapas de nuestra existencia se producen uniones valiosas.
Es la distinción que lo caracteriza al ser humano, esa que está marcada por la necesidad de estar junto al otro y es así desde su nacimiento, dado que el sentir fluye con el afecto de sus seres queridos. Se realiza estando en comunidad y confluyen las figuras que estimulan el convivir, como una mano extendida, una lágrima compartida, una sonrisa grupal, una secuencia de abrazos que no se detiene, unas palabras que calan hondamente en quienes las escuchan y como ellas cuántas otras maravillosas expresiones de la humanidad.
Las ideas pueden asociarse. Qué fantástica oportunidad para establecer uniones que permitan la complementariedad de cada una de ellas. Los eslabones del pensar puestos al servicio de lo social.
En donde la inclusión nutra la incorporación de unos y otros, y ante la actitud de apertura puedan suscitarse las mejores causas sociales. Se puede contemplar un acuerdo amplio que pregone las razones que estimulan el progreso comunitario. Hay que continuar creyendo en el otro. Es importante asociarnos a través de esa creencia, es que ella habilita el camino para lo que estemos dispuestos a realizar.
¿Y qué nos puede unir?, ¡hay tantas causas entre nosotros!, hay innumerables motivos para que convivamos en paz, para acompañarnos, para comprometernos y asumirnos creadores de lo que vendrá. ¿Y cómo podemos hacerlo?, siendo auténticos, solidarios, humildes, audaces, perseverantes, honestos, enfocados en el presente del entorno y de nuestro accionar en el mismo. ¿Y por qué tenemos que hacerlo?, en cada uno viven las respuestas, son las que le dan sentido al día que vivimos, las que nos permiten admirar lo que las personas son capaces de hacer y las que nos ayudan a fortalecernos y continuar dando lo que hemos cultivado.