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October 16 2016, at 12:19 PM

De The Economist

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El 11 de octubre, cuando Samsung Electronics anunció que descontinuaría su smartphone insignia, el Galaxy Note 7, vino a la mente un acontecimiento crucial en la historia de la segunda compañía de tecnología más grande del mundo.

En 1995, Lee Kun-hee, entonces su director ejecutivo, ordenó que 150.000 teléfonos móviles fueran quemados y aplastados frente a 2.000 empleados llorosos. Socios de negocios que habían recibido los dispositivos como regalos de su parte habían reportado que no funcionaban adecuadamente.

Se dice que el auto de fe sudcoreano ayudó a crear una cultura de crisis permanente en la empresa, la cual lleva a los empleados a trabajar muy duramente. Ahora, el interrogante es cómo el ignominioso final del aparato Galaxy Note 7, al cual algunos aficionados al hardware habían llamado el mejor "phablet", o smartphone grande, jamás producido, cambiará a Samsung, que está pasando por una transición de liderazgo.

En medio de la crisis, la compañía anunció que Lee Jae-yong, hijo de Lee Kun-hee, se uniría al consejo de Samsung Electronics a finales de este año, dando otro paso hacia la sucesión de su padre, quien hace dos años sufrió un debilitante ataque cardiaco.

Samsung pensaba que había pasado lo peor de la crisis del Note 7 a principios de septiembre. Había retirado rápidamente del mercado 2,5 millones de teléfonos después de que las baterías de algunos se habían incendiado.

A principios de este mes, sin embargo, se conoció que las unidades de reemplazo, las cuales tenían baterías diferentes, también eran propensas a la combustión. Poco después de que dos de las principales operadoras de telefonía móvil de Estados Unidos decidieron dejar de vender los teléfonos, Samsung eliminó todos los aparatos para evitar un mayor daño a su marca.

Aún no se sabe qué exactamente hizo que los Note 7 se incendiaran. Las baterías de ion de litio, que hacen funcionar a la mayoría de los teléfonos móviles, han causado problemas antes. Sin embargo, en su prisa por sacar los reemplazos, Samsung pasó por alto la causa original, mientras parecía culpar a los proveedores.

Expertos sospechan que el dispositivo estaba tan ajustadamente lleno de componentes que no quedaba espacio para que las baterías se expandieran como es necesario cuando se cargan rápidamente o se usan intensamente. La presión resultante pudo dañar el interior de las baterías, causando que hicieran corto circuito y liberaran la energía densamente almacenada en forma de calor excesivo.

Las fuerzas comerciales alentaron a Samsung a ir un paso más lejos. Como los teléfonos Galaxy operan con Android, el sistema operativo de Google, que es usado por la mayoría de los fabricantes de dispositivos móviles, la compañía necesita diferenciar sus aparatos de lujo con un mejor diseño y hardware. El Note 7, que se vendía en más de 800 dólares, está repleto de todo tipo de funciones, incluida una cámara de súper alta resolución, un escáner del iris para desbloquear el teléfono y una batería especialmente poderosa.

"Ahora hay tantas cosas que pueden salir mal en esos dispositivos", dijo Carolina Milanesi de Creative Strategies, una firma consultora.

Sin embargo, Samsung saldrá adelante con bastante rapidez, aun cuando elimine por completo a la marca Note, lo cual algunos analistas están pidiendo. Dentro de su extensa cartera de smartphones y tabletas, el Note es un producto nicho: sería una historia diferente si sus dispositivos Galaxy S7 de mayor venta fueran los afectados. Si los nuevos modelos de la compañía, que serán dados a conocer a principios del año próximo, no tienen defectos importantes, debería poder restablecer rápidamente su reputación como fabricante de hardware excelente.

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