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Cualquiera podría esperar que un fuerte crecimiento en la creación de empleos irá necesariamente acompañado de una disminución del desempleo, pero, la economía de los Estados Unidos está demostrando que lo primero no siempre implico la segundo. Durante el último año, el empleo aumentó en total en 3 millones de nuevos puestos de trabajo, pero la tasa de desempleo se mantuvo en torno al 5%. De hecho, hay un poco más de trabajadores desempleados que hace un año.

La razón es que más estadounidenses están buscando empleo. Durante los últimos 12 meses, la tasa de participación laboral de los llamados "trabajadores de edad intermedia" – personas entre 25 y 54 años – se encuentra hacia arriba casi un punto porcentual, el crecimiento más rápido registrado desde enero de 1989. Los economistas tratando de identificar si hay una inflación en camino quieren saber cuánto tiempo puede continuar esta tendencia.

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El reciente aumento en la participación de trabajadores de edad intermedia ocurre luego de un largo declive de su nivel máximo: 84,6%, alcanzado en enero de 1999. Entre esa fecha y septiembre del 2015, cayó en un promedio de alrededor una quinta parte de un punto porcentual por año. Entre los hombres ha estado cayendo desde mediados de la década de 1960. Esa larga caída se aceleró después de la crisis financiera, ya que los trabajadores eran despedidos en masa.

De ahí el estribillo que algunos entonan de que el bajo desempleo es un espejismo. El crecimiento económico fuerte, dicen, podría llevar un montón de gente a trabajar de nuevo. De hecho, casi 1,8 millones de personas dicen que quieren un trabajo, pero no están técnicamente en la estadística de la fuerza de trabajo porque no han buscado recientemente un empleo.

La restauración de la relación empleo y población entre los trabajadores de mediana edad a sus niveles pre-crisis requeriría poner todas estas manos a trabajar y algo más: Se necesitaría un total de al menos 2,9 millones de nuevos puestos de trabajo, o más, ya que la población de mediana edad está creciendo cerca del 0,3% al año.

Esta reserva de trabajadores potenciales permanece sin usarse. El aumento de la participación no refleja que más estadounidenses se levantaron del sofá para buscar trabajo. Al contrario, aquellos que han estado desempleados por largo tiempo son menos propensos a dejar de buscar un trabajo.

La probabilidad de que un trabajador que haya estado sin trabajo durante 53 semanas o más salga de la fuerza de trabajo en un mes dado es de aproximadamente 25% en la actualidad, frente a más del 30% al final del 2015, según Zach Pandl y David Mericle, de Goldman Sachs.

Eso es más que relevante para demostrar una mayor participación, aseguran. Y todo porque volver a reincorporarse a la fuerza de trabajo se ha convertido en algo menos común durante el mismo período. La recién descubierta reticencia de los solicitantes de empleo a renunciar a la búsqueda de uno puede reflejar la restauración de enero, en 22 Estados, de los límites estrictos en el período durante el cual el desempleado solicita vales de alimentación.

Esta gran cantidad de trabajadores potenciales sugiere que la participación podría aumentar mucho más. Hay razones para el escepticismo, sin embargo. Un nuevo documento de Alan Krueger, de la Universidad de Princeton, en Nueva Jersey, sugiere que la participación está conectada solo ligeramente a los cambios a corto plazo en la economía. En su lugar, Krueger identifica varios factores subyacentes. Por ejemplo, dentro de la población de mediana edad, las personas han ido envejeciendo. Las personas de entre 45 y 54 tienen menos probabilidades de trabajar que aquellas entre 25 y 34 años.

Por otra parte, los hombres de edad intermedia fuera de la fuerza de trabajo están en un alarmante mal estado de salud. Casi la mitad de ellos toman analgésicos todos los días y 34% de ellos informan de al menos una discapacidad, aunque sólo el 25% recibe beneficios por incapacidad. Una gran mayoría dicen que su discapacidad es una barrera para el empleo.

Un artículo no publicado por Mark Aguiar, de Princeton, y otros tres coautores sugiere otro posible obstáculo: Mejores videojuegos podrían estar entreteniendo más a los jóvenes, manteniéndolos lejos del trabajo. Krueger informa que, entre los hombres de entre 21 y 30, "pereza" –lo que significa desempleo, búsqueda de trabajo o estudio– aumentó en 3,5 puntos porcentuales entre 1994 y el 2014. Durante los últimos ocho años más o menos, el tiempo que los jóvenes fuera la fuerza de trabajo dedicaban a los videojuegos aumentó de 3,6 a 6,7 horas por semana.

Cualquiera de estas fuerzas podría detener la recuperación de la participación en la fuerza laboral, pero es difícil saber si lo harán. Pandl y Mericle piensan que la inactividad que queda en el mercado de trabajo es equivalente a sólo el 0,5% de la población activa. Las previsiones, han estado más o menos sin modificaciones desde principios del 2016, sin embargo, lo que sugiere que el límite de velocidad de la economía no está siendo puesto a prueba.

Y hasta que lo sea, la Reserva Federal, que está ponderando las tasas de interés, debe dejar que el empleo siga creciendo a un ritmo dinámico.

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