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La voz de la joven estaba apagada mientras describía que, mientras ella intentaba dormir en su casa, un grupo de hombres enmascarados rompía la puerta de la vivienda. Era marzo de este año. Añadió que luego fue obligada a subir a un automóvil, fue golpeada y violada por un grupo de hombres. Después, un transeúnte la encontró abandonada al costado de una ruta, incapaz de caminar sin ayuda.

"Fue tan doloroso", dijo ella, con la mirada fija en la distancia. "Cuando lo recuerdo, es de terror".

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La mujer es una de las decenas de personas en el archipiélago de Zanzíbar que afirman haber sido atacadas por milicianos de civil, conocidos como "zombies", quienes aparecieron en marzo del 2015. El crimen de las víctimas: apoyar al principal partido de la oposición.

En Occidente, Zanzíbar evoca imágenes de hermosas playas, frescas brisas y aguas color turquesa. Sin embargo, las islas de Tanzania tienen un lado más oscuro. En el siglo 18, una élite árabe se hizo próspera allí comerciando marfil, especias y esclavos. El archipiélago, de mayoría musulmana, obtuvo la independencia de Gran Bretaña en diciembre de 1963, aunque solo por un breve tiempo: El sultán fue derrocado un mes más tarde y la isla se fusionó con Tanganica continental en abril de 1964.

Desde 1977, el país está gobernado por el Chama Cha Mapinduzi (CCM), el Partido de la Revolución, actualmente el más longevo partido gobernante en África. Aunque acusaciones de fraude electoral y demandas de un cambio en la relación de Zanzíbar con el continente dominante siguieron a todas las elecciones desde el advenimiento de la votación multipartidista en 1995.

La elección más reciente, en octubre del 2015, fue particularmente indignante. Durante la campaña, el CCM afirmó que el sultán podría volver de su exilio en la ciudad británica de Portsmouth si la oposición obtenía la victoria. El jefe de la comisión electoral de Tanzania anuló la votación presidencial de Zanzíbar, alegando irregularidades, cuando se hizo evidente que el candidato de la oposición Frente Cívico Unido (CUF) iba a ganar. A continuación, el CUF boicoteó las nuevas elecciones realizadas en marzo, entregando la victoria al entonces gobernante, Ali Mohamed Shein.

Tanzania ha sido alabada por su estabilidad desde la independencia, pero esto era en parte debido a que el control del CCM no había sido fuertemente cuestionada, al menos hasta ahora. Su respuesta al desafío político en Zanzíbar, sin embargo, es típico de los partidos gobernantes en la región: inclinan el campo de juego a su favor y permiten la violencia durante las campañas electorales. Luego, manipulan la votación y mantienen un ojo sobre los descontentos.

Después de la nueva elección, en marzo, los ataques "zombie" se calmaron. En el último par de semanas, sin embargo, la milicia ha vuelto a acosar a la gente e incluso quemó casas en la ciudad de Zanzíbar, denunció Ismail Jussa Ladhu, un político de la CUF. Mientras tanto, en los últimos meses, decenas de partidarios y de funcionarios de partidos de oposición en el norte de la isla de Pemba han sido detenidos.

El CUF afirma que solo quiere volver al gobierno de unidad nacional que le permitió gobernar Zanzíbar con el CCM entre el 2010 y el 2015. Eso sería sensato, dada la división política de las islas: el CUF se adjudicó la victoria en la anulada elección de octubre del año pasado, con un estrecho 52% de los votos. Pero no montó ninguna protesta fehaciente, a pesar de haber dicho inicialmente que iba a llevar adelante una campaña de desobediencia civil.

Los Estados Unidos suspendieron una ayuda de US$ 472 millones a Tanzania, como sanción por la repetición de la elección, considerándola "ni inclusivo, ni representativa". El gobierno restó importancia a la sanción y la demanda de la oposición por más ayuda internacional quedó sin respuesta.

"Zanzíbar no destaca en la agenda de la comunidad internacional, sobre todo porque no ha habido violencia generalizada", dijo Adjoa Anyimadu, del Chatham House, un centro de estudios con sede en Londres.

Sin embargo, Zanzíbar tiene la mayor cantidad de los ingredientes necesarios para la agitación social: una mayoritaria población joven, en su mayoría musulmanes desempleados, que "ven a la parte continental como un amo colonial", dijo un periodista y advirtió que esos jóvenes podrían ser tentados por el extremismo islamista. En otros lugares, esa fue la receta para el desastre.

Con los instrumentos del poder del Estado bajo su comando, el CCM, como tantos otros partidos gobernantes en África, por ahora tiene éxito en su control de una sociedad dividida.

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