Desarrolla su carrera profesional en Europa y vive en Francia desde hace algunos años, pero eso no le impide mantener su atelier aquí y visitar el país tres veces al año. Esta diseñadora de alta costura afirma que su pasión por la moda nació con ella, y desde los 14 años no para de crear.

Por: Jazmín Gómez Fleitas

Fotos: Gentileza

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Florencia (38) nació en Buenos Aires pero dos años después, su familia se mudó a Paraguay, donde creció y empezó su carrera profesional. "En mi casa nadie cosía. Mi pasión por el diseño de modas ha nacido conmigo. Siempre estuvo presente y lo fui desarrollando a lo largo de toda mi juventud hasta que decidí dedicarme de lleno a la moda", relata.

Desde muy pequeña ya decidía por sí misma lo que iba a vestir, pero lo que más le interesaba era inventar su outfit a partir de lo que encontrara en su casa: ropa de su mamá, telas, accesorios, etc... Y es así que su primer vestido lo confecciona a los 14 años. "Recuerdo claramente que ese dia intenté imaginar el resto de mi vida sin crear, sin coser... y no pude. Simplemente no podía concebir la vida sin ello. A partir de allí empecé a estudiar alta costura".

Siguió la carrera de Diseño Gráfico en la Universidad Católica, la cual "le aportó los fundamentos teóricos compositivos para poder llevar a cabo cualquier creación". Además, se formó como modista de alta costura en el Instituto de Diseño y Moda Donato Delego (Argentina), en el Instituto Strasser (Uruguay) y en el Instituto Marangoni (Italia). A los 23 años abría las puertas de su atelier y después de eso, ya nunca más paro.

Reconocida y admirada por sus vestidos de novias, ella explica esa relación casi adictiva con la confección de esos vestidos. "En el momento de hacer el primer vestido de novia ¡supe que era lo mio! El vestido de novia tiene la característica de ser único, va a ser usado una sola vez, con todo lo que ello implica: hacer realidad los sueños y las expectativas de la persona para que se sienta plenamente identificada con lo que viste; contribuyendo desde mi lugar como diseñadora a que el día de la boda sea inolvidable".

Y aun cuando el crear un vestido de novia se traduzca muchas veces en encontrarse cumpliendo el sueño de otra persona, Florencia resalta que la impronta personal del diseñador siempre aparece. "Me veo como alguien que canaliza las necesidades expresivas de cada persona a través de mi propio lenguaje. Es un proceso de interacción entre la clienta y yo".

Sus telas favoritas para trabajar son sedas naturales y materiales no sintéticos. No usa cueros ni pieles. Para ella es sumamente importante proponer vestidos amigables con el medio ambiente, rechazar el maltrato animal y cualquier forma de explotación en cuanto al proceso completo de confección.

Desde Lyon, Francia

A Francia fue para un Máster en Moda y Creación en la Université de la Mode de Lyon. Y la oportunidad de mudarse a vivir allí formó parte de un proyecto de vida que Florencia tenía a largo plazo. "Siempre tuve una fascinación con Francia, cuna de la alta costura. Mudarme fue algo que por fortuna, y con una gran dosis de dedicación, he podido realizar".

Ella describe en su página web a su estilo como "costura nómada", una definición que explica que su arte se nutre de la diversidad de la moda de los lugares que le toca visitar. "Mi primera fuente de inspiración es la calle, cómo viste la gente en distintas partes del mundo que he estado, pero también de la naturaleza y el arte. Tengo la libertad de trabajar desde donde sea, y recorrer el mundo creando vestidos a donde vaya".

Sus diseñadores favoritos son, por citar algunos, Iris Van Herpen, Maria Grazia Chiuri (primera mujer en ocupar el cargo de directora creativa de Dior), Pierpaolo Piccioli (Valentino), Stella McCartney y Josep Font (Delpozo). En Francia hay muchos diseñadores y los estándares de calidad son muy altos, lo cual hace que para Florencia, el proceso creativo sea de lo más estimulante. Justamente, tuvo la oportunidad de trabajar durante tres años (2013, 2014 y 2015) con la Maison Bornachon para presentar creaciones en conjunto para el Salon du Chocolat en París y otras ciudades (Londres, Dubái, Tokyo, Cologna, Bruselas, etc.).

"El trabajo del chocolatero Philippe Bernachon es un verdadero arte, tan valorado en Francia como lo es la moda. Fue una experiencia mágica trabajar con gente que se dedica a un rubro totalmente distinto al de la moda, pero con una dedicación y un metier tan artesanal como el mío. La fusión de dos disciplinas distintas es siempre enriquecedora. También me dio la ocasión de vestir a celebridades como Miss France, actrices o deportistas internacionales".

Confiesa que en cuanto a su trabajo, tiene muchas obsesiones, pero que presta especial atención al corte y los detalles de terminación. "No sé si soy perfeccionista pero admito ser detallista". Y actualmente tiene el deseo de profundizar su búsqueda artística con formas y materiales originales. "En mi último desfile, presenté piezas adornadas con flores hechas a partir de botellas de plástico reciclado, confeccionadas por un grupo de mujeres del Bañado (Cateura). Quiero repetir esas experiencias en Paraguay pero también en Europa, donde estoy desarrollando mi carrera".

Y sobre los momentos de su carrera que más guarda con celo está la realización del vestuario para una obra del Ballet Municipal de Asunción en el 2002. "Fue una trabajo enorme de investigación, diseño y realización que marcó el inicio de mi carrera". Otro hito es la aparición del Asunción Fashion Week, "un evento que contribuyó a profesionalizar la figura del diseñador de modas y generar una industria alrededor del rubro". Además de su participación en el Miami Fashion Week, Pasarela Punta del Este, Buenos Aires Alta Moda, distintas ediciones del Asunción Fashion Week y el más reciente del país: el TRESemmé Runway en el Complejo Textilia.

Para ella cada desfile es único, y siente muchos nervios antes y durante el desfile; pero luego, mucho orgullo al ver cómo la gente valora y aplaude el trabajo presentado. "Creo que está en nosotros trasmitir a la nueva generación de diseñadores los conocimientos, pero sobre todo el valor del trabajo aresanal. Cuando se conoce de forma básica un oficio, la gente entiende mejor la dedicación que se necesita para que una creación vea la luz".

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