Josefina Bauer
Socia del Club de Ejecutivos
Cuando sentí la necesidad de escribir sobre la humildad busqué frases que puedan apoyar mis ideas. Encontré tantas que no pude decidirme por una, así que iré compartiendo las que más me llegaron.
Cuando pensamos en las personas humildes automáticamente nuestro cerebro lo asocia con la pobreza o, asimismo, con alguien callado, que no habla fuerte, que vive empequeñecido. Yo estimo que ninguna de estas personas representa a un ser verdaderamente humilde.
Una persona puede ser pobre porque no tiene lo necesario para vivir, y la pobreza tiene muchas facetas: la económica definitivamente, pero también podemos ser pobres cuando hablamos de conocimiento, de amistades, de habilidades técnicas o deportivas, además de los pobres espiritualmente. La pobreza tiene múltiples indicadores, pero no necesariamente quien carece de dinero es humilde.
"La humildad no es ser pobre, humilde quiere decir que no te crees más que los demás".
Ser tímido puede ser sinónimo de inferioridad, pero no de humildad. Tampoco es humilde quien habla bajo, quien quiere pasar desapercibido, quien no habla de frente, quien dice que sí a todo y nunca se anima a mirarte a los ojos, quien no se enfrenta a los demás. Estas personas pueden tener mucho rencor en su corazón y eso definitivamente no tiene nada que ver con la humildad.
"Ser humilde no quiere decir que pasen por encima de ti".
No se trata de bajar la cabeza, sino de tener conciencia de que no sabemos todo para poder aprender. Si no somos humildes nunca podríamos aprender nada nuevo y si no aprendemos cosas nuevas no evolucionamos como persona.
"Solo sé que no sé nada", decía Sócrates.
La humildad es una virtud que consiste en conocer nuestros propios límites, defectos, errores, debilidades. Saber que podemos seguir adelante y crecer a partir de ellos. Reconocer estas carencias y aprender de las mismas es parte de nuestro crecimiento personal.
"Si te crees demasiado grande para las cosas pequeñas es porque eres demasiado pequeño para las cosas grandes… la humildad se practica, no se platica".
Todos tenemos infinidad de virtudes, pero no es necesario gritarlas a los cuatro vientos, ya que otra persona siempre tendrá más habilidades que nosotros en alguna faceta. La humildad tiene que ver con callar estas virtudes y dejar que otros las detecten.
Aprender a ser humildes no es algo que pueda hacerse de la noche a la mañana, pero los pequeños actos pueden llevarnos a ser una persona mejor.
"Para ser grande, primero tienes que aprender a ser pequeño. La humildad es la base de toda verdadera grandeza".
Dar gracias por pequeñas cosas, regalar una sonrisa a quien lo necesita, saludar en las mañanas, tender la mano a quien lo necesita, son pequeños gestos de nobleza que pueden marcar la diferencia si actuamos con humildad. ¿Qué importa si la persona a quien regalé la sonrisa era el recolector de basura? ¿Por qué resta si el saludo es a un chico que pide una moneda? ¿Por qué nos creemos más que los demás solo por la cuenta bancaria?
"Sé humilde y nunca te creas más que los demás, pues de polvo eres y al polvo volverás", Génesis.
Si ensayamos escuchar a los demás, si trabajamos con la paciencia, la autoobservación, practicamos el silencio, no explotamos cuando las cosas no salen como queremos, presentamos pequeños cambios que podemos poner en práctica para ser más humildes. ¿Por qué le prestamos toda la atención a nuestro jefe cuando nos habla y explotamos con nuestros compañeros de trabajo? ¿Por qué sonreímos con los clientes, pero al llegar a nuestros hogares insultamos a nuestros seres queridos?
La mejor manera de emprender este camino es haciéndolo con el corazón abierto. La humildad que suma es la del corazón y no la superficial. Si no le ponemos empeño, esfuerzo y amor es muy difícil que lo logremos.
Porque ya Gandhi decía: "Procura ser tan grande que todos quieran alcanzarte y tan humilde que todos quieran estar contigo".